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ACAPULCO RECUERDA HOY SU TRAGEDIA DE HACE 14 AÑOS

El 8 de octubre de 1997, todos los acapulqueños vivimos un día de lluvias fuertes, como muchas de la temporada, ese día ni los anteriores, ninguna autoridad municipal o estatal informó que entraría un huracán a Guerrero, el entonces presidente municipal, Juan Salgado Tenorio al parecer se encontraba, unos dicen que fuera del municipio otros más, que en una fiesta con periodistas, la versión real nunca se supo, el secretario de Gobierno David Sotelo Rosas, encargado directo de los programas de protección civil, cerro su oficina al salir de trabajar y el equipo de computo quedo sin servicio.
El 9 de octubre, una madrugada de terror, de llantos, de gritos, de asombro, aún el sol no asomaba cuando cauces pluviales y calles rugían en todo el puerto, la lluvia y el viento azotaron a esta ciudad, como nunca antes la habíamos vivido, a lo lejos se escuchaban gritos de auxilio de mucha gente, que no veíamos, el corazón se paralizaba y la mente quedaba en blanco, ¿Qué está pasando?, nos preguntábamos todos.
Paulina así le llamarón al huracán, que se origino de una onda tropical el 5 de octubre a 410 kilómetros al sur-suroeste de Huatulco, inicialmente giro hacia el noroeste, pero el 7 de octubre Paulina registró su máxima categoría, 4 en la escala de Saffir-Simpson, con vientos de 215 kilómetros por hora y rachas de hasta 240 kilómetros por hora.
La madrugada del 9 de octubre y sin que ninguna autoridad municipal y estatal nos alertara, se internó al estado de Guerrero, dejando al puerto de Acapulco prácticamente devastado, se produjo una torrencial precipitación récord en el puerto de 411.2 milímetros de agua acumulados en menos de 24 horas.
Todos dormíamos, nadie sabía de este huracán, algunos medios de comunicación lanzaron el alerta, pero muy pocos lo escuchamos, el resultado según información oficial alrededor de quinientas personas fallecieron, arrastradas con todo y sus hogares a quien sabe dónde, unos al mar, otros kilómetros más adelante, mucha gente dijo que fueron más de dos mil, nunca lo sabremos, se registraron pérdidas económicas de 80 mil millones de pesos, colocándolo en el décimo puesto en los desastres más devastadores en la historia de México.
La gente que se atrevió a salir horas después, así como los cuerpos de rescate, no podían creer lo que veían en plena Costera Miguel Alemán, muchos personas sin vida, hombres, mujeres, ancianos, niños quedaron varados en ese lugar, muchas lagrimas se derramaron ese 9 de octubre, cuando los medios de comunicación comenzaron a difundir las terribles imágenes de una Acapulco destruidos, no lo podíamos creer.
No solo cayeron como naipes casitas de madera, también grandes construcciones fueron arrastradas, sobre todo las que se encontraban a los lados del Río del Camarón unas encima de otras, rocas de gran tamaño rodaron con gran fuerza, aplastando todo lo que había a su paso, se calcula que más de 5 mil hogares fueron destruidos en su totalidad, familias completas desaparecieron, muchos cuerpos nunca lograron rescatarse, 25 mil casas fueron dañadas, cerca de 4 mil quedaron sin techos, quedaron sin hogar cerca de 10 mil familias.
Las colonias más afectadas fueron la Progreso, Generación 2000, Palma Sola, en esa zona la iglesia de la Sagrada Familia desapareció, la colonia Santa Cruz, Francisco Villa entre otras.
Gran parte de la ciudad fue cubierta por lodo y Acapulco quedó sin agua, sin luz y sin servicio telefónico. Cerca de mil centros escolares detuvieron sus actividades, se quedaron sin clases 163
653 alumnos.
Voluntarios de la Cruz Roja Mexicana se desplazaron a este puerto con equipo de búsqueda y rescate, incluyendo perros adiestrados en búsqueda de víctimas atrapadas bajo los escombros, cada equipo encontraba de cuatro a cinco cadáveres por día, en ese entonces decían que la búsqueda podría durar hasta ocho o diez días, lograron rescatar a unas 40 personas en peligro.
Se instalaron albergues para las miles de personas que se quedaron sin hogar, el ejército les dotaba de alimentos, ropa, medicamentos y agua, se calcula que se distribuyeron unas 100 toneladas de provisiones, también se instalaron plantas emergentes purificadoras de agua, aunque casi no la había.
El alza de precios fue espectacular, se calcula que los comerciantes aumentaron un 200% la leche, 500% la tortilla, 1000% el agua, esto lo señalaron autoridades de la PROFECO.
Por desgracias muchos acapulqueños denunciaron ante el presidente de México Ernesto Zedillo Ponce de León que encargados de los albergues, se robaban los productos entregados por el gobierno federal, para su uso personal y él dio la orden de cerrar estos centros y que el ejército abriría cocinas, orden que nunca se cumplió.
Días después del paso del huracán Paulina, el agua estancada se evaporó y quedó polvo, polvo
muy fino que se extendió por toda la ciudad de manera peligrosa, ya que mucho de este contenía partículas de personas fallecidas y animales muertos, por lo que se les advirtió a los ciudadanos a hervir el agua que consumieran por al menos 30 minutos, utilizar cloro para desinfectar sus hogares, se vacunaron a muchas personas contra el cólera, tifoidea, tétano y dengue.
La solidaridad de muchas naciones no se hizo esperar, se recibieron de la Cruz Roja Americana 25 mil dólares, también láminas para techos temporales y artículos de limpieza, de la Cruz Roja Alemana, de las iglesias de Texas y de los Angeles entre otros.
El nombre de Paulina fue retirado en la primavera de 1998 y reemplazado por Patricia para la temporada de huracanes en el Pacífico del 2003.

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