Vivimos prolegómenos de cambios de gobierno el año siguiente. En sus aproximaciones y reintegros, hombres y mujeres no se distinguen. La búsqueda febril de continuar siendo parte de la nómina, no logra espantar los temores ciudadanos porque, tanto unas, como otros, usan modos y formas que se han vuelto tediosos por utilitarios y tan inútiles que, al más despistado elector no sacuden.
Cómo vamos a
enfrentar problemas extraordinarios, dramas patibularios, crímenes sañudos y
permanentes crisis, si seguimos votando por golondrinas, aventureros, rapaces y
pedestres, que a la política sólo la acechan, en los casos en que los ahíta de
poder, dinero y procacidad.
De qué forma
resolver la violencia y la inseguridad en nuestro Estado, con gente que no
tiene la menor capacidad para enfrentarse a la ruindad paranormal que
padecemos.
Hay quienes desde la
Ciudad de México oyen el clamor de sus apellidos y nos a ofrecer salvación y
promesas. Los
que mienten con preciosa impunidad y usan el insulto porque saben que el
sicario es un fantasma que no existe.
El ciudadano desea
escuchar que sus aspirantes tienen en su corazón la llave de la salvación de
este descalabro.
El elector no sabe
por qué su empleo se ha terminado, ni tiene conciencia de por qué sus hijos no
pueden ir a la escuela, ni le importan las justificaciones de impotencias de
todos quienes lo utilizan y lo engañan por su voto.
El vaso está
bordeado. La gota que lo derramará, muy cerca. No dejemos que cualquiera
defraude a Guerrero.
PD: “El poder no corrompe,
desenmascara”: R. Blades.
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