Más tarde sus simpatizantes profundizarían en sus conceptos, pero en esencia, Schumpeter, concibe al hombre como un
homos económicus, que busca maximizar sus intereses económicos y sólo piensa en su beneficio. Para él la democracia no es un régimen político, sino un método y plantea que ésta en realidad es el gobierno de los políticos, de una élite pues, de gente culta con cierto nivel de especialización o conocimiento de las cuestiones públicas que son electos por la voluntad general del pueblo (al que considera sólo como un validador, comparsa o legitimador,en un papel secundario), para resolver las controversias o llevar a cabo acciones que se supone serán de beneficio colectivo.Explica que el pueblo tiene la libertad de elegir a sus representantes, pero el punto es cómo ejerce el ciudadano esa libertad, cómo llega a decidir quién si y quien no y concluye que cada uno en base a su experiencia individual llega a una decisión que influye en el proceso político, pero aclara que la decisión del ciudadano no es el proceso en sí, sino que es el proceso, es decir, las campañas políticas, las que crean los temas de interés en los medios y orienta la decisión ciudadana, por métodos por lo general emocionales, igual a los que hacen que la gente llegue a fumar determinado cigarrillo o a comprar cierta crema para la cara. El ciudadano termina votando o pensando por aquel que lo convenció mejor.
Para Schumpeter, la democracia es elitista, los individuos van tras sus intereses, por lo cual la democracia es un mercado económico, donde las élites ofrecen cosas a cambio de votos y requiere para su funcionamiento y reproducción, de un bajo nivel de participación y formación política del ciudadano ¿No ha sido así en México, acaso?
Otros pensadores como Downs, reforzaron esta visión señalando como axioma que el rédito del político nunca excederá del rédito social, o sea que siempre actuará en función de sus intereses. Pero sabe que tiene que resolver algunas demandas para garantizar su propia permanencia en el sistema.
Otros como Giovanni Sartori, de una forma más esquemática divide claramente las definiciones de la democracia, entre idealista y real y concluye que la visión idealista es sólo un sueño, un deber ser, que no sirve a la ciencia política, que trabaja con asuntos comprobables empíricamente, y por lo tanto debe abandonarse y abrazar la teoría realista de la democracia. Explica, siguiendo a los términos kantianos-weberianos, que esta democracia real carece de una base moral, por lo cual vive en una crisis de valores, y se convence al ciudadano de ser "racional", es decir, pensar siempre primero en los asuntos de su interés inmediato.
Sartori, habla de la
hipertrofia de la política, en donde las decisiones colectivas están monopolizadas por los "decididores" a quienes se ha confiado el monopolio legal de la fuerza.
Robert Dahl, introduce en este tema el concepto de la poliarquía, y estudia el papel de la oposición en los sistemas democráticos y la forma en que éste los va incorporando, en la medida en que "maduran", al propio poder, se entiende: De la ciudadanía a veces surgen voces críticas y actuan desde sus propios foros, por ejemplo en Acapulco, el Grupo Aca, la Canaco (en la época que era dirigida por Zeferino Torreblanca; a nivel nacional el poeta Javier Sicilia, el rector Narro, etc), pero luego de un proceso de maduración, el sistema los corrompe, los compra, los incorpora, los pasa a us filas pues. Por eso los luchadores de izquierda una vez en el poder se vuelven conservadores.
Dahl, siguiendo a Sartori, establece que la definición de la democracia, se debe juzgar por el ser y no por el deber ser, por lo cual realidad es la poliarquía que es igual a pluralismo y participación.
Pluralismo, en este concepto, es la existencia de más de un partido en condiciones reales de contender por el poder político, mientras que la participación es la existencia de garantías formales para que los individuos puedan participar, votar y ser votados,
para puestos de representación popular.
"La esencia de toda política competitiva es, aproximadamente, el soborno del electorado por parte de los políticos", escribe Dahl (La poliarquía.. pp.399), escribió Dahl, al analizar el papel del ciudadano en los procesos electorales en diferentes condicones de gobierno.
Por su parte J.M. Buchanan, en su ensayo "Política sin romanticismos Esbozo de una teoría positiva de la elección pública y sus implicaciones normativas" se citando su libro fundamental: El cálculo del consenso, en apunta que en su opinión es imposible desde las ideas individuales llegar a una colectiva, por lo cual explica que el cálculo del consenso está desprovisto totalmente de la idea del bien común y se limita al mínimo posible en donde se ponen de acuerdo para obtener y mantener el poder , en una lucha descarada y acordada. Apoya la idea de que
la democracia es un mercado político en donde el ciudadano participa sólo marginalmente, como legitimador en la disputa civilizada por el poder y donde el poder supone un rédito personal importante, porque ser político es rentable no sólo en lo económico.
JULIO ZENON FLORES SALGADO
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