Encuesta Reforma: Peña Nieto líder, pero AMLO a la alza

Federico Arreola

@FedericoArreola
dom 4 dic 2011
Son 23 los puntos de ventaja que saca Enrique Peña Nieto (con 49% de las preferencias electorales) a Andrés Manuel López Obrador (26%) si la candidata presidencial del PAN es Josefina Vázquez Mota (25%).

En cambio, con Santiago Creel o Ernesto Corderos como candidatos panistas, la ventaja de Peña Nieto sobre López Obrador se amplía a 25 puntos, mientras que el PAN se desploma.

¿Cuántos puntos perdió Peña Nieto en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara donde se vio como un tipo absolutamente inculto? Me temo que no muchos. México no es un país de lectores, sino de fanáticos de las telenovelas. Entonces, no es muy relevante en términos de la gran masa de ciudadanos el hecho de que un político jamás haya leído un libro.

Pero, algo es algo, al menos un punto habrá perdido Peña Nieto en Guadalajara. Ese punto, seguramente, lo sumó a su causa López Obrador, que es el candidato al que apoyan más intelectuales en México.

Así, si la encuesta de Reforma está bien hecha, y creo que lo está, la ventaja de Peña Nieto sobre López Obrador, en el escenario más probable (el de Vázquez Mota como candidata del PAN), ya no es de 23 puntos, sino solo de 21.

Un punto adicional debe haberlo perdido Peña Nieto por la salida de Humberto Moreira del PRI, que si bien evitará una crisis para el priismo en el futuro, recordó a los mexicanos la forma tan lamentable en que gobiernan los priistas.

Como el PAN ha gobernado tan mal como el PRI, y como López Obrador realmente hizo muy buen trabajo hace seis años en la jefatura de gobierno del Distrito Federal, algo que la gente no ha olvidado, el punto que Moreira le hizo perder a Peña Nieto lo ganó Andrés Manuel.

Así que, si hoy fueran las elecciones, Peña Nieto llegaría a las urnas con 19 puntos de ventaja.

Pero la pregunta importante es la de si todos los que dicen que van a votar por el PRI lo harán. Muchos sí, pero otros solo si son llevados con regalos a las casillas de votación. Está en la cultura priista: sobra gente acostumbrada por el PRI, pero hay que llevarla a la casilla y, además, algo hay que darle por el sacrificio.

El PRI, sin duda, es eficaz en las movilizaciones electorales, y cuenta con dinero más que suficiente para financiar grandes operativos el día de las presidenciales. Pero siempre falla algo.

Así las cosas, si hoy fueran las elecciones, no todos los que dicen que van a votar por PRI lo harían. Digamos que por deficiencias normales en cualquier gran operativo, Peña Nieto perderá otro punto a la hora de las votaciones.

Como ese punto que el PRI perderá al movilizar gente a las casillas no lo ganaría López Obrador, sino que simplemente se iría al abstencionismo, entonces, si hoy fueran las elecciones, Peña Nieto vencería a AMLO por 18 puntos de diferencia.

Son muchos 18 puntos de ventaja, sin duda. Pero, por fortuna, las elecciones no serán este domingo, sino en julio del próximo año. Hay tiempo para intentar modificar la situación.

La gran fuerza de López Obrador es que su 26% en las encuestas es un voto muy duro, que ha resistido todo: campañas de desprestigio, escasa cobertura mediática, etcétera.

Sin medios y sin recursos, y además permanentemente acosado desde el gobierno de Felipe Calderón, el movimiento de López Obrador ha conservado el 26% de las preferencias electorales de los mexicanos. Es una hazaña.

Con el 26% no se gana una elección presidencial. Pero es un gran punto de arranqu, evidentemente. Superior, por cierto, al del partido en el poder, el PAN.

Si el PAN no resuelve correctamente su proceso de sucesión, y hasta el momento los panistas lo han hecho muy mal, cuando elijan a su candidato o candidata, no tendrán el 25% que hoy exhibe Vázquez Mota, sino todavía menos.

Cualquier punto que el PAN pierda, dado que sus simpatizantes suelen ser antipriistas, no se irá con Peña Nieto, sino con López Obrador, sobre todo porque este lleva meses dialogando con los empresarios.

Es decir, si el PAN se cae todavía más, y se ha estado cayendo, mejorará la posición de López Obrador y, por consiguiente, disminuirá la ventaja de Peña Nieto.

Así que, hay que decirlo con claridad, es perfectamente posible la victoria de López Obrador.

Pero Andrés Manuel no debe equivocarse. Porque hay factores, presentes en la izquierda mexicana, que podrían llevar a AMLO a perder puntos, que se irían al PAN o al abstencionismo consolidando la ventaja de Peña Nieto.

Si Peña Nieto ha perdido un punto por inculto y otro por Moreira, en la izquierda Andrés Manuel sufrirá una pérdida similar si se concreta el proyecto de que Manuel Bartlett, el secretario de Gobernación del fraude electoral de 1988, sea candidato a senador por el PRD, el PT y Movimiento Ciudadano.

Y más votos perderá Andrés Manuel si, como desgraciadamente ya lo prometió, permite que Marcelo Ebrard Casaubón dé un dedazo en el Distrito Federal a favor de Mario Delgado, el precandidato a la jefatura de gobierno que está en último lugar en todas las encuestas.

En el PRI se frotan las manos de gusto mientras esperan que Ebrard termine de decidir cómo y cuándo se elegirá al candidato de izquierda al GDF.

Los libros que Peña Nieto no ha leído ni leerá y el impacto mediático de las deudas de Moreira son poca cosa frente al absurdo de que Bartlett, el del fraude contra la izquierda en 1988, sea ahora un candidato izquierdista y, sobre todo, frente a la posibilidad real de que el PRD, el PT y Convergencia se pongan de acuerdo en el DF con lógica priista, es decir, negociando un dedazo que beneficie al aspirante menos popular.

Y Andrés Manuel no está para cometer ninguna equivocación. Puede ganar, no hay la menor duda, pero debe realizar una campaña de cero errores.
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