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Guerrero y los muertos


Vuelta prohíbidaNéstor Ojeda

Ángel Aguirre Rivero, gobernador de Guerrero. Foto: Oswaldo Ramírez
A estas alturas a nadie le queda duda que el operativo ordenado por el gobierno de Guerrero para desalojar de la Autopista del Sol a los estudiantes normalistas de Ayotzinapa fue absolutamente desaseado y muestra de que las policías en buena parte de la República son una institución que perpetúa el abuso de autoridad, la ineptitud y el desprecio por la ley y la vida humana como prácticas comunes y cotidianas.
El gobernador, Ángel Heladio Aguirre Rivero, actuó con celeridad y enmendó las pifias de sus jefes policiacos con el cese fulminante del procurador de Justicia y el secretario y subsecretario de Seguridad Pública estatales, así como al poner en manos de la Procuraduría General de la República la investigación de los hechos que llevaron a la muerte a dos estudiantes desarmados, que quedaron tendidos en el asfalto de esa carretera.
Sin embargo, aún falta mucho para declarar el caso cerrado. Es necesario que los policías que dispararon sus armas contra los estudiantes sean detenidos, encarcelados y juzgados al igual que los funcionarios que ordenaron que las fuerzas del orden fueran armadas a enfrentarse con los normalistas de Ayotzinapa.
Pero no sólo eso, el gobierno de Ánge Heladio Aguirre Rivero está obligado a cumplir las promesas de apoyo que hizo a los estudiantes de Guerrero, para que se reivindique con la sociedad civil y se muestre como una administración comprometida con los guerrerenses, y no con la reproducción de los cacicazgos que han sumido en la miseria a los habitantes de ese, uno de los estados más pobres de un país que se sigue debatiendo entre la modernidad y el atraso.
Por otra parte, triste y vergonzosa es sin duda la forma en que ha reaccionado la llamada izquierda mexicana frente a la masacre de estudiantes guerrerense. Atados a la seudodisciplina partidista han optado por el silencio en lugar de censurar este acto de barbarie que se consumó en la carretera México-Acapulco.
Lamentable es la forma en que la izquierda, atrapada en la simple disputa por los cargos de elección y la lucha por el poder, abandonó los principios y la defensa de las mejores causas.
Así las cosas, la sociedad guerrerense está agraviada y la izquierda partidista y sus voceros oficiosos han quedado manchados por el silencio cómplice.
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