Gallery

header ads

Avestruces-Walmart-Humberto

Juan López

Todos los días las cifras se incrementan. Al país lo recorre un fantasma asesino que trunca destinos y acaba con existencias. Degollados, ejecutados, torturados, decapitados, la muerte tiene las variantes más perversas. Hombres y mujeres aniquilados en el anonimato de sus propios destinos. Estadísticas que crecen en numéricos pero que siguen siendo sombra en la identidad de los inmolados.
Quienes crearon el Estado de Derecho -Licurgo, Solón, Clístenes-, para eliminar la barbarie y evitar que los poderosos se salieran con la suya, están llorando su fracaso. La ley es la decoración de un trasunto de régimen que, se esfuerza por mantener con los cuerpos uniformados, latente la esperanza de que aún no ha sido vencido
En el mismo lugar y ante la misma gente hace seis años Felipe Calderón gritó en el zócalo de Acapulco, donde reincidió la semana pasada con el mismo discurso Josefina Vásquez Mota, que terminaría durante su sexenio con el crimen organizado: Que el narcotráfico sería una de sus prioridades y que la paz y la tranquilidad social volverían a México por el conjuro de su promesa electoral. ¡Oh, cuánto habéis mentido! Las víctimas se multiplican, los horrores aumentan y el temor social crece en aritmética reproducción. Quienes ciframos el siglo XXI no imaginamos nunca escenario tan desalmado. La ferocidad de la selva enmudece frente a la aniquilación diaria de los derrotados por la brutalidad de la ignominia y. en medio de la realidad estrujante, la metamorfosis de los candidatos. Ninguno afronta la enfermedad nacional de la violencia ni avizora remedios: amnistía, despenalización del consumo al adicto, federalización de la producción y comercialización del producto. Alguna luz que ilumine el oscuro túnel de la criminalidad inquisidora. Como los avestruces los políticos consideran que con esconder la cabeza dentro de la arena los problemas habrán de terminarse.
Walmart. Sólo quien no ha concurrido a una ventanilla de gobierno a tramitar una licencia, permiso, infracción, alcabala, multa, notificación u otro requisito de los miles que abundan en el universo inútil de la burocracia, sabe lo que es conocer en persona, al canalla diablo de la trácala, la extorsión y el quebranto a la economía del causante.

Enviado desde mi oficina móvil BlackBerry® de Telcel

Publicar un comentario

0 Comentarios