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LA SENSACIÓN DE DESOLACIÓN, TRAS ASESINATO DE REGINA MARTÍNEZ 

"Acaban de matar a una amiguísima de la familia", me dijo la voz del otro lado del teléfono celular. La voz en sí misma era como de un rostro viejísimo y sin esperanza.

Era Toño que me daba la noticia de la muerte de la corresponsal en Veracruz de la revista Proceso, Regina Martínez.

Me dejó de una pieza pues yo había tomado el teléfono y al ver el nombre del viejo amigo en mi identificador en vez de decirle el clásico ¿bueno? Le dije pregunté:

-Qué dice ese estado de mataperiodistas. Dónde andas!

-Pues acá precisamente en la zona sur de Veracruz. Muy consternado por la muerte de esa periodista tan noble. Me dijo.

Quedé mudo y el siguió hablando.

-La primera sensación es de desolación. Hace año que la conocimos y fue la primera en dar voz a los que no teníamos voz en Veracruz. Uno piensa, si matan a esa gente que no representa un peligro para nadie. ¿La conociste?

-Si, claro

-Era bajita y flaquita. Menudita. Cualquiera que quisiera robarle, sólo tenía que darle dos cachetadas y le robaba lo que quisiera. Ella no representaba peligro físico para nadie. Sin duda el fin de su muerte fue callarla. Ya no hay quien pare a esos hijos de su ptm!

-Es la impunidad -le dije-,

 la que alimenta ese tipo de crímenes. Cualquiera ve que mata y no pasa nada. Todo se encubre en la carnicería que se hizo en el país tras la personalísima guerra contra el crimen organizado lanzada desde la presidencia de la República. Me quedé callado.

-Cuando pasan estas cosas tan dolorosas, se acuerda uno que tiene amigos dedicados a esa ingrata labor,, no siempre reconocida de la prensa. Por eso te llamó. Para pedirte que te cuides. Me dijo.

-Yo espero que no llegue ese nivel en

  Guerrero- le respondí.

-Ojalá que no-

Pero yo no podía olvidar que el 7 de junio se cumple un año de la desaparición del jefe de información de Novedades, mi amigo Marco Antonio y que otros amigos míos asesinados aún esperan justicia, como Amado Ramírez o Juan Daniel, o Leodegario, entre otros periodistas de Guerrero que perdieron la vida acá.

-Cuídate mucho, me dijo.

-Gracias, tu también cuídate mucho.

Abrazos. Ahora la desolación está de mi lado.


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