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México peligroso

Reporte Indigo

¿Recuerdan lo del peligro para México? ¿Recuerdan la unificación de todos los poderosos contra alguien? Pues las cosas han cambiado, y ahora, ese peligro y esa unión pueden hacer ganar a AMLO en las próximas elecciones.
El día que el diario Reforma publicó que López Obrador estaba a solo cuatro puntos de Peña Nieto, pasaron varias cosas.
La primera, la agencia de encuestas, o el propio Reforma, coincidió con el número mágico que ya había empleado Calderón al principio de la campaña, solo que en aquella ocasión, los puntos beneficiaban a su candidata, y ahora posicionan a Andrés Manuel muy cerca del puntero. 
La segunda, todos los poderosos de México sufrieron la llamada electrificante de tener que hacer algo por su país. ¿Recuerdan lo del peligro para México? ¿Recuerdan la unificación de todos los poderosos contra alguien? Pues las cosas han cambiado, y ahora, ese peligro y esa unión pueden hacer ganar a AMLO en las próximas elecciones.
Los ricos, casi todos, excepto quienes decidieron pasar del integrismo absoluto del tabasqueño a que lo más seguro ahora es jugársela al “cambio verdadero”, deben tomar posiciones, y hay hechos que me preocupan.
Por ejemplo, me preocupa que el dólar cueste casi 15 pesos como reacción a que pueda ganar Obrador. Me preocupa que en este escenario de marchas juveniles, contramarchas o grupos contra el factor Peña Nieto, se desarrollen las condiciones para que el país no tenga un peligro, sino una tragedia. Me preocupa que México haya pasado a ser de nuevo un país inquietante.
De los errores cometidos por Peña, cuyo impacto lo conocerán en el cuarto de guerra del priista, hay que destacar dos cosas: es bueno, en el orden antiguo, conocer cómo se respira en Massachusetts o qué piensa el Fondo Monetario Internacional que se debe hacer con el Banco Mundial. Pero, en este tiempo, es necesario reubicarse y saber que los votos salen del desierto de Sonora y de las necesidades de Chiapas.
Y, mientras tanto, dos políticos sonríen profundamente. Uno es Marcelo Ebrard. Cada día que pasa, él es más importante, más dominante, está más en el vértice del futuro inmediato por más de una razón. Y el otro es Felipe Calderón. Él ve cómo el futuro moviliza las calles de México, como solo el pasado lo hizo contra los poderes.
¿Qué está pasando? ¿Quién está haciendo el error de cálculo?
Confieso que nunca pensé volver a vivir un escenario electoral en el que el miedo fuera un elemento decisivo, donde existe la posibilidad de desestabilizar en grande con sangre joven y de tener un resultado sorprendente, pero seguramente no imposible.
Aviso para navegantes y especialmente para la oportunidad que tiene López Obrador. Él tiene dos debates, uno en Tercer Grado y otro el domingo 10 de junio. Si no se equivoca y recuerda que unido al perdón está también ganarse la confianza de los perdonados, es decir, si deja de exhibir la lista de las afrentas permanentes, seguramente ahorrará al país muchos problemas y él no repetirá lo que tan bien hace: autodinamitarse.
Somos un país que elige entre un sueño que no se quieren creer los más jóvenes –Peña– y un hombre que, aunque lucha por ser presidente, lo que de verdad quiere es tener razón. Y todas las noches, cuando se va a dormir, su modelo es Mahatma Gandhi, no Lázaro Cárdenas, aunque ya esté preparando varios elementos como el ex presidente de México para el día que tome el poder, olvidando que Gandhi pudo ser lo que fue porque siempre tuvo su Neru, y él no tiene ni quiere tener a ningún Neru Ebrard.

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