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Sporno: el sexo como disciplina olímpica

Berlín.- Cuerpos semidesnudos y esculpidos hasta la perfección, sudor, gemidos y roces: pocas cosas se prestan tanto a una interpretación sexual como el deporte. Es el terreno del sporno, una mirada indiscreta a los difusos límites entre dos de las actividades que más apasionan al ser humano. El término de origen inglés, híbrido de sport (deporte) y porno, nació para bautizar las fotos que circulan por internet con atletas en situaciones ambiguas o comprometidas. Pero pronto pasó a definir mucho más que una simple broma de internautas en busca del doble sentido.
Desde la calculada transformación de deportistas en símbolos eróticos –David Beckham, Cristiano Ronaldo, Anna Kournikova–, pasando por los sugerentes vestidos de algunas atletas femeninas en los Juegos Olímpicos, hasta su utilización sexual en publicidad y medios, el sporno es ya un rico campo de investigación científica.
“Por razones económicas, los medios acuden cada vez más a la estrategia de la sexualización para compensar la caída de lectores y anunciantes”, analizan Daniela Schaaf y Jörg-Uwe Nieland, expertos de la Universidad del Deporte en Colonia, en un estudio sobre el tema.
“El sistema deportivo reconoce a su vez la lógica y el comportamiento de los medios e intenta adaptar algunas disciplinas a las nuevas condiciones. En particular, deportes marginales se ven forzados a cumplir con las preferencias de las redacciones para ganar algo de atención y cobertura”.
Los Juegos Olímpicos de Londres 2012 volvieron a calentar muchos de esos debates, incluyendo uno en torno al principal ejemplo de que deporte y erotismo van de la mano: el voleibol femenino de playa. ¿Atraería esa disciplina tantas cámaras y miradas sin el coctel de mucha piel, poca ropa y algo de arena que ofrece en cada torneo?
Londres dará la respuesta: ante la incomodidad que generaban los celebrados bikinis en algunas delegaciones de Asia y África, la Federación Internacional de Voley decidió permitir que las atletas puedan vestir también shorts y camisetas “para adaptarse a los requisitos culturales y religiosos de diferentes países”.
También en el caso del boxeo la federación se vio forzada a aclarar que las mujeres pueden vestir también pantalones ante las acusaciones de que exigirles falda resultaba sexista.
La creciente incorporación de la mujer a deportes tradicionalmente masculinos es imparable y positiva, pero al mismo tiempo “deja abierta la pregunta de si esa tendencia refleja la sexualización de la mujer o a su emancipación”, plantean Schaaf y Nieland.
El hecho de que parte del público se acerque a ver deportes femeninos más por la belleza de las participantes que por la calidad del espectáculo parece no molestar a algunas deportistas, como quedó demostrado en el mundial de fútbol femenino disputado el año pasado en Alemania. Cinco integrantes de la selección sub-20 local decidieron promocionar el torneo… desnudándose en Playboy.
“El mensaje es: miren, somos chicas normales y hermosas”, explicó una fotografiada. La misma idea expresaba de una forma –un poco– más elegante el lema escogido por la FIFA para el torneo: “El lado más bonito de 2011”.
¿Sólo el deporte femenino se presta a la sexualización? ¿Cómo entender entonces las campañas publicitarias de David Beckham, Cristiano Ronaldo, Rafael Nadal o Freddie Ljungberg posando en ropa interior con actitud provocadora? Para Schaaf y Nieland, “en ningún caso deben interpretarse como una señal de igualidad de género”.
“Esos deportistas no reflejan en absoluto los ideales femeninos de un hombre atractivo. Por el contrario, sus imágenes se dirigen en primer lugar al espectador masculino, sobre todo al consumidor homosexual, que tiene un gran poder adquisitivo”.
La conclusión es sencilla: lo único que vende más que el deporte es el sexo. Tanto las federaciones como los medios e incluso los propios atletas son conscientes de ese fenómeno y lo explotan en defensa de sus intereses, explican los expertos.
En Londres 2012, cumbre mundial del deporte, el erotismo volverá a ser una de las disciplinas más practicadas y populares.
(Pablo Sanguinetti / DPA)

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