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Basura, zanjas y falta de apoyo vial recibe a turistas en Acapulco

Los turistas que viajan en autobús desde sus ciudades del interior de la República hasta el puerto de Acapulco atraídos por la idea de gozar de un puente de Día de Muertos en las playas o en los restaurantes de mariscos y discotecas, que llegan por medio de un autobús del servicio público y llegan a la terminal de Estrella Blanca del parque Papagayo, a unos pasos del palacio municipal, se topan de buenas a primeras con una barranca llena de lodo abierta que lo que era el pavimento de la segunda avenida en importancia en el puerto: La Cuauhtémoc.

 

En seguida, los bienvenidos turistas deben librar a la turba que se amontona en la entrada de la central camionera formada por taxistas que ofertan servicios a precios exorbitantes, vendedores ambulantes de pan y quesadillas, promotores turísticos y otros vagabundos que deambulan en espera de algún descuido de los visitantes.

 

La segunda valla de la carrera de obstáculos la forma una columna interminable de carros que corren en el sentido de La Garita al Centro, de oriente a poniente del puerto, que antes corría por tres o cuatro carriles y que ahora se amontona en uno solo, por lo cual no hay tregua y va uno tras otro, sin semáforo a la vista que permita la gente tener un resquicio para pasar al centro, donde quedan al peatón unos 20 centímetros de ancho señalizados por unas balizas naranjas, en donde se debe hacer otros malabares para esperar a que alguien que viaja en el sentido del Centro a La Garita, o sea de poniente a oriente, le ceda el paso, entre los claxonazos de los taxis colectivos amarillos y los camiones urbanos de pasajeros que hacen parada precisamente ahí, deteniendo el trafico por minutos.

 

Es el día grande de muertos, además es viernes, cuando el turismo de fin de semana llega a montones al puerto, pero los agentes viales desaparecieron por arte de magia. No se sabe si les dieron el día o si se lo tomaron porque no les pagaron la quincena, o simplemente porque el director de la policía vial aún no se levanta -es temprano, son las 8 de la mañana, cuando el turismo que viajó de noche empieza a llegar y el director de Tránsito sigue dormido-, y no hay dispuesto un operativo de auxilio vial.

 

El turista por supuesto no se amilana, carga sus maletas, corre, como en el DF burla los obstáculos, mira de soslayo las bolsas de basura amontonadas del lado del parque y espera un taxi barato -tarifa de vocho- dice en algunas cartulinas colocadas en los parabrisas, para ir a un hotel de una, dos o tres estrellas, y correr a la pequeña alberca o a la playa, donde los ambulantes, la basura y hasta aguas negras, le escribirán otra historia.

 

Es Acapulco, finalmente hay que aprovechar el puente.



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