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Ayer y Hoy Por: JUAN LÓPEZ



                                                                         
     Hubo un tiempo en que no eran los maestros los que bloqueaban las calles y asfixiaban al comercio. Los perredistas, antes de ser gobierno, se hicieron notar por sus provocaciones y altanerías. Desafiaban a las autoridades tomando palacios municipales, ocupando aeropuertos, edificios públicos, carreteras, desconociendo resultados electorales y enfrentándose a los uniformados con verdaderos rasgos de heroísmo. Daba miedo entonces ser víctima colateral o recipiendario de un garrotazo.
   A quien tocó con mayor ahínco enfrentarse con las huestes populares que parecían no fatigarse de tanto alboroto fue a José Francisco Ruiz Massieu. Gobernador que hizo del sadismo prédica oficial, en aras de un presidente de la república que le aplaudía cada baja del sol amarillo que le reportaba.
   Las estadísticas perdieron su rol cuando los caídos superaban los ochocientos cadáveres. Lisiados, cojos, desaparecidos, locos, pobres criaturas que jamás imaginaron que gracias a su sacrificio vital veinte años después la gubernatura quedaría en manos  del desastrado Zeferino.
    Setenta aniquilados sólo en Coyuca. Preso y magullado Eloy Cisneros Guillén. En Ometepec y en Cruz Grande la represión alcanzó modalidad estupefacta. Acarreaban muertos y heridos en camionetas de carga. El miedo estaba aderezado con las bravatas del Mandatario. Las amenazas surcaban las líneas ágatas. Creo que yo fui el único periodista entonces que se atrevió a llamar al gobernador pedazo de alcornoque. Los demás eran un coro de justificaciones y los aduladores se reproducían,  como creo no ha habido en Guerrero otra temporada tan pródiga en esta emanación de sujetos.
     Cuando los quejosos aseguran que como estos tiempos no ha habido semejanzas, cuánto ignoran y cuánto mienten. Existen hasta quienes  añoran las garrotizas de Pepe Pancho y las razias de Acosta Chaparro, corolarios  de cuando el Mayor Figueroa impedía que las mujeres de Lopitos avanzaran por la Costera y les cerraba, a bayoneta calada, el paso frente al Fuerte de San Diego.
    La violencia ha sido tutora de nuestra historia. Dentro de cuatro años se cumple medio siglo de la Matanza de los Copreros aquí merito en la avenida Ejido. Hay calles en el Puerto que no olvidan los balazos, Y en vez de condena  memorial, Lázaro Mazón Alonso, Secretario de Salud, le puso el nombre del asesino serial, Raymundo Abarca Alarcón al hospital de Tierras Prietas en Chilpancingo, como si en vez de a Cristo él adorara a Barrabás en esta perturbación sanitaria.
     Hoy es la Reforma Educativa la que ha lanzado a los mentores a la intemperie: Modificar un estatus provoca reacciones  inesperadas. Cuando la humanidad se tornó irascible, colérica, iracunda, fue cuando Dios en respuesta al desafío de los hombres, modificó los idiomas, a mediados de la obra, de lo que sería La Torre de Babel en aquel intento de llegar a su reino. Sigue vigente dicha Torre bíblica.
   Desde entonces  no nos entendemos. Aquí, allá, acullá, el puño cerrado en vez de la mano franca. El grito que aturde y no la palabra que orienta.
    En el ayer el Ministro de Gobernación, Mario Moya Palencia presidió en Acapulco una junta secreta sobre vigilancia y judicatura. La guerrilla de Lucio y Genaro preocupaban a la Nación.
    No hace mucho, el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel  Osorio  encabezó las deliberaciones en el Puerto con gobernadores y Secretaros para evaluar los resultados del combate a la inseguridad.
    El tiempo es  circular.  La historia vuelve a repetirse, 
    PD: “Nos orinaban y la prensa decía que llovía”: Víctor Jara.  

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