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Desalojo Magisterial

Juan López

Obligados por la tozudez de las huestes magisteriales en rebelión, gendarmes uniformados realizaron la quita de profesores, que bloqueaban la autopista del Sol. Son penosos estos actos policiacos, si valoramos la apostólica labor de un maestro. La enseñanza del alfabeto, el civismo y las materias de la ciencia y la historia, constituyen los elementos morales que subliman la tarea esencial y emocional del Magisterio. Un profesor es una figura humana respetable. Admitir que se le tenga que dar trato de malandrín de horda incorregible, disminuye todo afecto a su capacidad humanista de forjador de conciencias. El desalojo magisterial es una tara del profesorado.

Guerrero es cuna de uno de los próceres más preclaros de la enseñanza.

Gran defensor del liberalismo, tomó parte en la revolución de Ayutla en 1854 contra el santanismo. Más tarde en la Guerra de Reforma participó con dotes extraordinarias. Combatió contra la invasión francesa. Después de este periodo de conflictos militares, Ignacio Manuel Altamirano se dedicó a la docencia, trabajando como maestro en la Escuela Nacional Preparatoria, en la Escuela Superior de Comercio y Administración y en la Escuela Nacional de Maestros; también trabajó en la prensa, en donde junto con Guillermo Prieto e Ignacio Ramírez fundó el Correo de México y con Gonzalo A. Esteva la revista literaria El Renacimiento, en la que colaboraron escritores de todas las tendencias literarias, cuyo objetivo era hacer resurgir las letras mexicanas. Fundó varios periódicos y revistas como: El Correo de México, El Renacimiento, El Federalista, La Tribuna y La República.

En la actividad pública se desempeñó como diputado en el Congreso de la Unión en tres períodos, durante los cuales abogó por la instrucción primaria gratuita, laica y obligatoria, de la cual fue pionero y precursor. Fue también Procurador General de la República, fiscal, magistrado y presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, así como oficial mayor del Ministerio de Fomento. También trabajó en el servicio diplomático mexicano, desempeñándose como cónsul en Barcelona y París.

Altamirano no registra en sus anales ninguna pendencia tumultuaria. Lucha por la justicia, la educación, la libertad de expresión, la democracia y los derechos civiles del pueblo. Combate con las armas la invasión extranjera y es de los que aprehenden a Maximiliano en Querétaro cuando el sitio de Benito Juárez lo ha derrotado.

Su bagaje intelectual lo remonta al título de El Maestro de México, es guerrerense, oriundo de Tixtla. Reposa en el cementerio de las Persona Ilustres: Profesor, diplomático, jurista, escritor, poeta, militar, funcionario y más que nada ejemplo de cómo un indígena puede remontar su condición de analfabeta, proscrito, ignorante, marginal y, alzarse como uno de los intelectuales más brillante de su generación.

Regresemos a lo trágico, a Chilpancingo, tierra de mis frustraciones. La estampa fotográfica de los jóvenes magisteriales que ayer apedrearon el Congreso y bloquearon la Autopista. Sus gestos, su ferocidad y lo peor de todo: obligar a la autoridad a hacer uso de los uniformados, para que restablecieran la civilidad en las vías de comunicación que fueron obstruidas por quienes debieran en las aulas, estar dando clases.

Aunque como sociedad somos partidarios de que las protestas se respeten y los reclamos se atiendan. Aunque sepamos que las denuncias son sagradas y también son, un Derecho de todos los mexicanos, los maestros levantiscos y renuentes se han ganado a pulso el desprecio de la sociedad civil. Han abusado de nuestra paciencia y en su trajinar ruidoso, han hecho víctima de sus enfurecidos planteamientos, a toda la estabilidad de Guerrero, tan fácil de sucumbir porque somos una economía de monocultivo en su rama turística y que, afectando a los visitantes logramos la decadencia social y virtual de Acapulco.

Golpear la economía general. Asustar a nuestros huéspedes, degradar las amabilidades del destino turístico, afectar a todos los residentes del Estado, impedir la llegada de las visitas, obligó a las autoridades a hacer uso de los cuerpos motorizados de la legalidad, para restablecer el Estado de Derecho y por ello, los maestros que tan lejos se encuentran de la mística de Ignacio Manuel Altamirano, obtuvieron el desprecio y el rechazo de la sociedad, logrando que por lo mismo, la acción de fuerza del Estado, legal y legítima, sea recibida con beneplácito por todos los guerrerenses responsables y comprometidos con nuestro desarrollo y el futuro de nuestros hijos.

PD: "La diatriba es la pus de una úlcera del alma": Ignacio M. Altamirano.
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