Tras mas de 36 horas de lluvia y algunos percances como la caida de la fachada de un hotel, encharcamientos y hundimiento de autos en hoyos dejados por obras del Acabus, el sol se abre paso, timidamente, en este paraiso hollado por la mano depredadora del capitalismo salvaje.
Pero sus playas de amable oleaje y agua fresca, es una sensación inigualable.
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