3 de
septiembre del 2013
Reportero
Davi carrizales, en su despido de La Jornada, después de 22 años de trabajo.
Foto: Perfil de FB/David Carrizales
Redacción
CIUDAD DE MÉXICO.- David Carrizales trabajó 22 años
para el diario mexicano La Jornada. Fue despedido el 22 de agosto de 2013 sin
indemnización alguna. Según las denuncias apoyadas por las 71 firmas de
periodistas y lectores del diario, La Jornada, al igual que los demás medios
mexicanos, utiliza subterfugios para evadir pago de impuestos, no paga todas
las colaboraciones, y a los que les paga por "honorarios" no otorga
prestaciones ni seguridad económica.
Entre las críticas de los firmantes, también se señaló que
La jornada era deshonesta con sus empleados y crítica con las deshonestidad de
otras empresas mediáticas así como con instancias gubernamentales. Pero que la
empresa no dejaba de recibir la publicidad y prebendas para manipular la
información.
Carrizales envió una primera carta a la directora
del diario Carmen Lira, al no tener una razón que justificara el despido, la
cual ha sido ignorada, por lo que insistió con una segunda misiva pero
acompañada de más de 70 firmas de otros periodsitas para hacer visible la
injusticia laboral.
Las redes sociales y medios independientes han
hecho eco del despido de Carrizales como corresponsal en Monterrey, una de las
ciudades más golpeadas por la violencia contra el narcotráfico.
Carta del periodista:
Carmen Lira Saade.
Directora General de La Jornada.
Le envío esta carta, distrayéndola de sus ocupaciones
habituales, ante la falta de respuesta a la misiva que el pasado 9 de agosto,
le hizo llegar un grupo de más de 70 colegas periodistas, dirigentes de
organizaciones civiles y ciudadanos independientes que exigieron a usted, como
representante de La Jornada, mi reinstalación como corresponsal, o el pago de
una justa indemnización.
Como usted debe saber, fui despedido el 30 de junio
de 2013 después de veintidós años de trabajar como corresponsal en Nuevo León.
A casi dos meses de distancia de que fui echado a la calle –sostengo que
injustamente, pues no di motivos para que no se me renovara el contrato ni se
terminó la materia de mi trabajo-, no he recibido la indemnización de ley.
Me parece inconcebible que un medio que se ha
caracterizado como ningún otro por difundir información sobre las causas y
luchas de los trabajadores, pretenda negarme mis derechos.
Lo irónico es que se argumente que no tengo
derechos, porque en todos estos años nunca me los reconocieron y trabajé sin
seguro social, vacaciones, reparto de utilidades, prima vacacional, ni bonos de
despensa o apoyo para transporte entre otras prestaciones.
El 19 de junio, por medio del abogado José Genaro
Morales Mosco, se me hizo llegar mediante un correo electrónico, el aviso del
fin de mi relación laboral con La Jornada.
Con sorpresa leí que, por haber laborado mediante
el esquema de honorarios, no tenía derecho a pago alguno de indemnización, a
pesar de que hay una clara relación empleado-patrón que no se puede evadir con
argucias legales.
Pues bien, el abogado Morales Mosco, dijo que no
obstante mi condición de trabajador por honorarios, me otorgarían un finiquito
por mis veintidós años laborados, que me pareció totalmente injusto.
Me ofrecían una prima de antigüedad con el salario
mínimo general, cuando hay criterios de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación que amparan mi reclamo de recibir una indemnización con base al Salario
Mínimo Profesional, el cual alcanza tres tantos del mínimo general.
Además, se me ofrecían 7.44 días de salario por
concepto de aguinaldo. Debo mencionar que si La Jornada me otorgaba 30 días de
aguinaldo al año (como única prestación), lo justo era que por seis meses
laborados de 2013, se me entregaran 15 días de aguinaldo.
También se me negaba el derecho a recibir 20 días
de salario por cada año laborado, de conformidad con el artículo 50 de la Ley
Federal del Trabajo.
El 28 de junio, hice una serie de observaciones a
la propuesta de La Jornada, que el abogado Morales Mosco ofreció presentar a la
Gerencia para su consideración. Sin embargo, justo a dos meses de distancia, no
he recibido una respuesta, pues se me ha dicho que el caso lo iba a estudiar la
Gerencia; luego, que la directora tenía que dar el visto bueno; y finalmente,
hace cuatro semanas, el abogado me informó que usted señora directora, no podía
decidir sin aprobación del consejo de Demos Desarrollo de Medios.
A como se han dado las cosas, es evidente que se ha
tratado de estratagemas de abogados, para ganar tiempo y doblegarme por hambre
en mis pretensiones de justicia. Por eso me vi obligado a presentar una demanda
laboral, pues los tiempos legales me impelían a ello, so pena de quedar en
indefensión.
Señora directora: Me preocupa mi suerte.
Debido a la actitud del periódico hacia mí, a pesar
de mis años de trabajo y lealtad, no he podido buscar un empleo que me permita
obtener un ingreso para costear los gastos de alimentación, salud, estudio,
vestido y transporte de mis hijos que están en la Universidad.
Y aunque le pueda parecer una falsa postura, le digo
con total sinceridad que también me preocupa mucho la suerte del periódico,
pues siento que es afectado por una crisis de orden moral que puede significar
el derrumbe de un proyecto que ha sido fundamental para la historia moderna del
país.
Pienso que se han enquistado en sus entrañas
personas que no tienen amor por el oficio ni por el periódico, sino por los
beneficios personales que les pueda acarrear. Hay personas que no viven el
periodismo con pasión, que se han aburguesado y corrompido. Hoy, constituyen
una casta dorada intocable en sus groseros privilegios y con su actitud sólo
siembran descontento y desunión.
Se lo dice un modesto periodista que quiso mucho y
que quiere a La Jornada. No permita que el diario sucumba ante las voracidades
y claudicaciones internas, sólo si están unidos y comprometidos con el proyecto
original, estarán a salvo de las acechanzas externas.
Así pues, lo que he perdido yo, es nada,
absolutamente nada, frente a lo que perderíamos todos si La Jornada se hunde.
Le reitero que siempre he tenido voluntad de
dialogar sobre mi problema, para alcanzar un arreglo justo, me puede contactar
usted o quien designe para este caso, en el numero de celular 81-1220-3870 y
correo electrómoc.liamtoh@1selazirracdivadocin.
Reciba como siempre mis respetos.
David Carrizales.
Monterrey, NL, a 22 de agosto de 2013.
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