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ACABÚS, EL DESASTRE QUE VIENE

Finalmente, como se veía venir, el Congreso del estado, a petición del gobernador Ángel Aguirre Rivero, creó un organismo público descentralizado que se hará cargo del Acabús, el sistema de transporte de pasajeros que el mandatario presentó como la panacea para resolver los problemas de este sector.
Hasta hace poco, todo mundo sabía que el Acabús sería una empresa privada, constituida por la asociación de varios inversionistas. Pero de pronto corrió la información de que el gobernador había enviado una iniciativa al Congreso para reformar la Ley de Transporte y Vialidad del estado, para crear el mencionado organismo público descentralizado. Luego vino una rápida sucesión de acontecimientos, que concluyó el pasado martes 19 de noviembre, cuando  el Legislativo la votó a favor.
Así, de un plumazo legislativo, ahora será el gobierno del estado el propietario, administrador y operador del nuevo sistema de transporte, por medio de una empresa, que para fines de organigrama se denomina organismo público descentralizado.
¿Por qué y cómo los diputados locales llegaron a la conclusión de que ésta era la mejor solución en este caso? Hasta ahora eso no se sabe, y tal vez nunca se sabrá, porque los diputados han guardado celoso silencio acerca de sus motivaciones.
Sólo se sabe que, al final del proceso, los del PRI y los del PVEM se echaron para atrás y se negaron a avalar la decisión con el argumento de que les hacía falta información, y de que el PRD y el MC –que son la mayoría– se negaban a pedir la comparecencia de los funcionarios del ramo para aclarar sus dudas.
El hecho es preocupante, pues significa que el Acabús, como organismo del gobierno, estará expuesto a la corrupción, los caprichos y estilos de los gobernantes y los vaivenes de la política, además de que será otra caja chica de los hombres del poder.
¿Recuerda usted el abandono del sector salud, la falta de medicamentos en sus farmacias, los centros de salud cerrados? Es por lo mismo. El estado es mal administrador, per se. Consciente de ello –y también a instancias de organismos internacionales–, sólo se ha reservado, a veces en exclusiva, tareas de carácter estratégico, como la administración de los energéticos o la salud de la población. Pero el transporte público no es un sector estratégico, no al menos en términos de seguridad nacional.
¿Y ha intentado hallar el decreto que votaron los diputados para reformar la Ley de Transporte y Vialidad? Yo no lo hallé ni en la Internet, ni en la página del Congreso, ni en ningún otro sitio.
Ésa es otra característica de este asunto: la opacidad. Alguien tiene que salir a explicar por qué el gobierno se hará cargo de operar una empresa que aparentemente estaba bien. ¿Es acaso un rescate anticipado? ¿Acaso la empresa previó que no sería negocio y pidió que le reembolsaran su dinero? ¿Temen que al dar información quede al descubierto algún negocio sucio? ¿Cuánto costará esa operación a los contribuyentes? ¿Cuántas escuelas o centros de salud u hospitales dejarán de construirse por esta decisión? ¿A quién beneficia? ¿Así fue pactado desde el principio con el gobernador?
Son todas estas preguntas que ya debieron ser contestadas por las autoridades.
Pero incluso las páginas web de las autoridades de Guerrero se parecen mucho a las empresas públicas del gobierno: de todo carecen, todo les falla. En otras palabras: no encontrará el texto del decreto que reforma la Ley de Transporte y Vialidad para crear el organismo público descentralizado que operará el Acabús.
En nada hay certeza, excepto en algo: con esta decisión se destruye un proyecto que pudo servir para verdaderamente modernizar el transporte de pasajeros en Acapulco –y luego en Chilpancingo– y se ofrece otra caja chica a los gobernantes, para que metan mano y tomen el dinero, al fin que es público.
Ya verán los usuarios cómo se deterioran los camiones por falta de mantenimiento, por falta de dinero, y cómo la empresa se vuelve un desastre plagado de ineficiencia, de corrupción y de deudas, como empresa pública, como ha sido siempre.

Yeshica Melo de Mojica

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