TRASFONDO
Por Julio Zenón Flores
Pareciera que los impulsores de esa cultura frívola, de
autoflagelación, exculpatoria de las autoridades, impulsada por seudoescritores
y seudoperiodistas amarrados al poder, tuvieran la razón, al menos en lo que a
la basura y el cochinero en general que se ofreció durante la Semana Santa y se
sigue ofreciendo en la Semana de Pascua, como vergonzoso atractivo extra al
turismo en los puntos más emblemáticos de Acapulco.
Y es que de verdad, los turistas no cooperaron nada a que
las playas, plazas y calles de la zona turística se conservaran limpios. Era
indignante ver cómo arrojaban pañales desechables desde las ventanas de los
coches o autobuses y cómo éstos últimos descargaban sus letrinas en plena
costera Miguel Alemán o en las calles adyacentes, a los costados de los
hotelitos a los que llegaban, o entre las residencias de la Condesa, Caleta,
Puerto Marqués y Hornos, entre otros muchos puntos.
¿A poco no da coraje mirar que el turista, feliz de chelear
en una de las playas más contaminadas de México, Caletilla, al terminar su
delicioso elíxir dejaba el bote en la arena y luego iba a la mar a desechar el
agua de sus pletóricos riñones?
¿Alguien observó cómo en los riscos de La Quebrada y
Sinfonía del Mar, los jóvenes visitantes arrojaban las botellas de vidrio hacia
los acantilados, los cartones de cerveza vacíos, los plásticos que sujetan el
six? Ahhh y por supuesto, condones al por mayor durante las madrugadas.
Las familias asiduas al deprimente zócalo porteño nunca lo
habían visto tan lleno de basura y apestoso a aguas negras como en estas fechas
de abundante turismo. Sí, porque el consumidor ni bien se acababa el elote o el
plátano con Lechera y ya el olote, el plato desechable o el vaso del agua
fresca eran arrojados a la plancha de adoquines rotos mugrosos.
Largo enumerar el basural y el tiradero de desechos
orgánicos líquidos y sólidos, corporales o no, en avenidas, plazas, andadores,
accesos, playa y en el propio mar.
Y Uno terminaría diciendo, que esos culturistas del yoyismo
que dicen que el cambio empieza por uno mismo tienen razón. Que nosotros somos
el problema, nosotros somos los cochinos.
Pero no es tan sencillo. Si bien la suciedad la ocasionamos
nosotros, en especial los turistas que en Acapulco violan todas las reglas que
en su estado de origen respetan rigurosamente, el problema de origen está en la
FALTA DE AUTORIDAD Y DE OPERACIÓN ADECUADA DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS
MUNICIPALES.
Hoy ni siquiera los multan por infracciones de tránsito, ni
una bolsa de basura, como antaño les daban a los turistas en las playas, ni una
autoridad que indique los camiones de turismo no pueden estacionarse donde
quieran, nadie en salud que les diga que las letrinas no se pueden desahogar en
la calle, ni botes de basura suficientes en la zona turística. Bueno, de no ser
por la Federal y la Estatal, ni vigilancia habría.
Esa falta de autoridad cuyos operadores están más
preocupados por ajustar cuentas con quienes consideran sus adversarios políticos,
o por hacer campaña en otros municipios, que hace de la cultura una frivolidad
y no una herramienta para forjar mejores ciudadanos, ese es el problema. ¿ O
no?
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