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Los federales

Sept/8/2014.


   BAJO FUEGO



  
   José Antonio Rivera Rosales

   En una fecha cercana, que no excede del mes de diciembre, una brigada de agentes federales procederá a la detención de varios políticos y funcionarios públicos de Guerrero por cargos de delincuencia organizada.
   La versión, adelantada desde febrero pasado por el vocero oficial José Villanueva Manzanárez, cobró mayor relevancia el pasado día primero de septiembre, cuando el funcionario reconfirmó sus palabras en el sentido de que existe un número indeterminado de alcaldes que tienen vínculos orgánicos con el crimen organizado.
   Textualmente, Villanueva expresó: “Lo que ha pedido el Gobierno del Estado es que actúe la PGR, para que cualquier funcionario o aspirante a candidato que esté involucrado con el crimen organizado pueda ser detenido desde antes”. Desde antes de que inicie el proceso electoral de 2015, se infiere.
   Luego, remató: Las investigaciones demuestran “que sí hay autoridades municipales involucradas” con la delincuencia organizada.
   Ya desde hace meses, una fuente bien informada revelaba que existe un total de 15 funcionarios públicos, primordialmente alcaldes postulados por diferentes partidos políticos, que serán detenidos en una fecha aún indeterminada.
   Otra fuente, cercana a las instancias investigadoras, recientemente informó a esta columna que hay al menos cinco servidores públicos -tres alcaldes y dos funcionarios de alto nivel- contra los cuales procederá la Subprocuraduría Especializada en Investigación contra la Delincuencia Organizada (SEIDO-PGR). Esta misma fuente, de alto nivel de confiabilidad, aseguró que las aprehensiones son inminentes en el corto plazo.
   Sean 5 o 15 los políticos y funcionarios de Guerrero en la mira de la PGR, el caso es que un procedimiento de esa naturaleza permitirá recuperar la confianza de la ciudadanía guerrerense en su gobierno, pues dotará de oxígeno a una maltrecha relación sociedad-gobierno ahogada por las excrecencias de los abusos y la corrupción.
   En primer lugar, esas aprehensiones constituirán un alto a la conducta cínica y lesiva de las dirigencias de los partidos políticos, una clase política parasitaria que desde 1997 en que se constituyó con una mayor pluralidad la Cámara de Diputados, creció sin freno alguno  construyendo, lamentablemente, una partidocracia que nos metió en un callejón sin salida.
   Esa partidocracia ha diseñado sus propios cánones de actuación y supervivencia que se sustentan en un pragmatismo rapaz enfilado sólo a la protección de intereses de grupo, sin importar el destino final de la población común y corriente.
   Un rasgo distintivo de ese pragmatismo es la alianza de facto que esa élite política ha forjado con el crimen organizado, garantizando así la mutua sobrevivencia.
   El problema surge cuando los criminales cobran facturas o favores y los políticos codiciosos se ven ante la imposibilidad de cumplirlos.
   Es el caso del diputado local priista Olaguer Hernández Flores, secuestrado en mayo pasado por un grupo delincuencial.
   Esta historia, a modo de ejemplo, es ilustrativa de lo que acontece con otros actores político-partidarios, sean de izquierda o de derecha, quienes pactan con el crimen organizado sin importar su filiación política.
   En 2009, cuando fungía como alcalde de Tlacotepec, Hernández Flores solicitó y obtuvo un préstamo de cinco millones de pesos de parte de Jesús Nava Romero, el fundador del clan de Los Rojos y hombre de confianza de Arturo Beltrán Leyva. El dinero lo usaría para apuntalar su campaña a la diputación local en el proceso electoral de 2012.
   Dada su natural amabilidad, siempre acompañada de gestos suaves, el entonces alcalde ya fungía como mediador entre los grupos delictivos organizando fiestas privadas para complacer a los capos. Versiones confiables mencionan que en varias ocasiones fue anfitrión del mismo Beltrán Leyva, quien para el efecto siempre estaba acompañado por Jesús Nava Romero.
   Cuando meses después, en diciembre de 2009, Nava Romero falleció durante el operativo militar que dio muerte a Arturo Beltrán Leyva, el todavía alcalde Olaguer Hernández simplemente se desentendió del préstamo y así se mantuvo hasta que alcanzó la diputación en el Congreso local.
   Posteriormente la viuda de Jesús Nava le hizo llegar repetidos mensajes para que pagara la deuda, pero el flamante diputado nunca hizo caso, hasta que un comando de Los Rojos lo sacó con violencia de un casino en la ciudad de Chilpancingo  y lo mantuvo privado de su libertad hasta que se comprometiera a pagarle a la viuda. Desde luego que, dada su investidura, las corporaciones federales, militares y estatales desplegaron un aparatoso operativo de búsqueda para tratar de rescatarlo con vida.
   Esa es la verdadera historia detrás de la comedia que se puso en escena para proteger la vida del diputado, orgullosamente priista.
   Pero los perredistas -es decir, la supuesta izquierda- tampoco cantan mal las rancheras. Es el caso de Sebastián de la Rosa, ahora flamante diputado federal, quien como dirigente estatal del PRD apadrinó la postulación del alcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, de quien son públicas sus trapacerías en el poder.
   O el dirigente estatal del PAN, Andrés Bahena Montero, quien como tal entregó la postulación panista por Tierra Colorada a Elizabeth Paz Gutiérrez, quien pactó algún tipo de acuerdo con el panista para convertirse en alcaldesa de ese municipio ubicado en un punto estratégico del corredor carretero México-Acapulco. Su compañero, Adán Sandoval, era señalado como el jefe de plaza de Los Rojos en ese municipio. Ahora, Bahena Montero fue defenestrado por sus propios compañeros por acusaciones de malversación de fondos.
   Por ello es bienvenida a tierras guerrerenses el arribo de la justicia federal, para que tirios y troyanos sean sometidos, de una vez por todas, al imperio de la ley. Si esto es así, entonces la ciudadanía podrá  acceder en condiciones de mayor limpieza legal  a un proceso comicial clave para la agenda pública de Guerrero, en un momento en que, de verdad, hace falta limpiar este cochinero.
  



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