TRASFONDO
Julio Zenón Flores
El discurso del gobernador Rogelio Ortega Martínez, va en el
sentido correcto para respetar las manifestaciones de indignación y dolor de
normalistas, padres de familia, maestros y organizaciones no gubernamentales,
que no aceptan lo informado por la PGR y buscan que les regresen vivos a sus
compañeros desaparecidos el pasado 26 de septiembre.
Va en el sentido correcto de invitar al diálogo, de
enfatizar que no va a reprimir las movilizaciones, del llamado a sentarse y
plantear todas las demandas y de pedirles, sobre todo esto último, de pedirles,
que no destrocen la economía del estado. Poniendo especial atención el turismo,
cuya visita está cercana, tanto los fines de semana, como el puente
revolucionario y sobre todo, el de la temporada decembrina, que es el más
importante del año y que normalmente deja alrededor de 200 a 300 millones de
pesos en derrama económica.
Básicamente el problema del discurso es que si no se concreta
en acciones empieza a desgastarse muy rápido. Por eso ayer que tuve frente a mí
al gobernador le pregunté si ese discurso en los medios, lo estaba operando en
la práctica. Respondió que sí, que su oferta de diálogo ya le había llevado a
varias reuniones, unas públicas y otras privadas, con las organizaciones que
participan en torno a las manifestaciones de protesta por el caso Ayotzinapa.
En busca de lograr que no se destroce la economía del estado. Sólo, dijo, no se
ha reunido con el EPR ni con el ERPI, grupos que, todos sospechamos, están ya
metidos dirigiendo parte de las acciones de protesta, lo cual se nota en el
tipo y la forma de llevarlas a cabo.
En el terreno del turismo, el corazón de la economía de
Guerrero, sin embargo, no se han visto acciones concretas destinadas a
convencer al turista de que es posible vacacionar en Acapulco y en los otros
destinos de Guerrero. Que no todo, como dijo él, es un polvorín.
No se ven acciones de comunicación ni de operación fuera de
Guerrero con los mayoristas y tour operadores, agencias de viajes y demás, que
dejen el mensaje de cómo, en la realidad, el turista real o potencial, sí puede
estar en estos destinos, sin correr ningún riesgo. Le gana la partida al
gobierno, que no hace nada o hace muy poco de su labor de propaganda, la
noticia inmediata de una toma de caseta, que hace al turista pensar que no
podrá pasar por carretera, y la misma toma del aeropuerto, que le hace percibir
que tampoco por aire. ¿Entonces?
Lo que hace falta en materia turística es divulgar los casos
positivos. Por ejemplo, este fin de semana Trasfondo informativo hospedó a uno
de sus reporteros en un hotel de la zona Diamante, ahí se vio un Congreso Internacional
de Odontología, con cientos de asistentes, sesionando sin problemas, gozando
los placeres culinarios, disfrutando de la alberca, del sol, de la arena y ni siquiera
se enteraron que en ese fin de semana, unas oficinas de gobierno en
Chilpancingo habían sido incendiadas o que por la mañana del sábado habían
marchado 10 mil en pleno bulevar de Las Naciones.
Los turistas llegaron por tierra, en camiones especiales, se
les vio ahí gozar de Acapulco sin contratiempos, mientras en otro lado, en el
Club de Yates, unos 200 niños de todo el país participaban en una regata, igual
sin contratiempos; pudieron pasar por las carreteras, por las casetas, donde
aunque las toman, no siempre impiden el paso.
Pero de esos casos positivos, como hay muchos otros, nadie
hizo nada. Eran huevos que había que cacaraquear. Y no lo hicieron. Esos casos
hacen más efecto en el posible turista, que mil llamados del gobierno. En
serio. Deben apostarle a una nueva forma de difundir y promover el turismo, en
medio de la crisis política por la que atraviesa el estado.
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