TRASFONDO
Julio Zenón Flores
Todo parece indicar que el gobierno federal ha decidido
realizar elecciones en Guerrero, a sangre y fuego, contra viento y marea;
apoyándose en el poder de los militares. Y la primera pregunta que surge ante
ello es, ¿hasta dónde se justifica que en nombre de la democracia, un estado se
militarice, se repriman las manifestaciones populares, y se realice un proceso
rechazado por un amplio segmento de la población?.
¿Se puede ser democrático recurriendo a la antidemocracia?
¿No era eso precisamente lo que los gobiernos de Estados Unidos, en su concepto
de democracia, combatía en estados comunistas o socialistas como la entonces
URSS o Cuba, o China o Vietnam, donde en nombre del nuevo régimen socialista
recién instaurado y para protegerlo de la contrarrevolución, se realizaban
purgas, persecuciones, ataques a la libertad de prensa y a la libre
manifestación?.
En las mediciones oficiales el rechazo a las elecciones ha
rebasado el 30 por ciento; en las mediciones realizadas libremente por
Trasfondo Informativo, el rechazo alcanza el 50 por ciento.
Y, al margen de las acciones de violencia, muchas de ellas
realizadas por provocadores que el propio Ejército ha mandado disfrazados de
manifestantes, las razones para que no se realicen las elecciones están bien
fundamentadas. En esencia porque en Guerrero se vive una colusión ya
descubierta, imposible de ocultar, del gobierno, al menos los municipales, pero
habrá que investigar al Ejército al respecto, con grupos del crimen organizado.
El caso de Los Abarca en Iguala, descubrió cómo los cárteles llevan al poder a
sus representantes y sería ingenuo pensar que es el único caso y sería más
ingenuo aún pensar que eso se va a evitar en las próximas elecciones.
Ese es sólo uno de los argumentos y por cierto de bastante
peso. Nadie quisiera ir a elecciones en medio de un narcoestado. Pero hay otro
argumento. No hay paz social para llevar a cabo ese proceso. Y no la hay porque
no hay justicia. El gobierno federal se ha enredado en tratar de explicar, sin
convencer, lo referente a los 43 desaparecidos y le han surgido cientos de
fosas, cientos de casos más de desaparecidos. Se dice, con cierta exageración,
pero nada lejano a la realidad, que Guerrero es un cementerio y, en medio de
esas tumbas, el Estado mexicano quiere llevar a cabo elecciones, que a todas luces no serían libres.
Los cuerpos de justicia ciudadanos han surgido por todos
lados y la gente le confía más a ellos que a la policía constitucional y cuando
ellos actúan y descubren tumbas clandestinas, tráfico de drogas y hacen
detenciones, llega el Ejército, increíblemente a desarmar a los ciudadanos no a
combatir a los criminales.
Dos casos recientes ilustran tal situación. en el poblado de Petaquillas, a cinco minutos de Chilpancingo, la capital del estado, los pobladores pidieron presencia de comunitarios, éstos llegaron y en 24 horas decomisaron drogas, hicieron detenciones, lo que nunca habían hecho el gobierno, y, al día siguiente, ya estaba ahí el Ejército queriendo detener a los policías comunales. En Cocula, al menos cuatro pueblos se levantan en armas porque ya no toleran la extorsión del crimen organizado, y al día siguiente llega el Ejército mexicano, luego de un secuestro masivo de más de 14 personas, una parte de los cuales fue rescatada por los policías comunitarios. En Chilapa, donde secuestraron a mdio centenar de personas en una sola operación, son los comunitarios los que han enfrentado a los criminales. Hay enfrentamientos armados por todos lados, en diversas zonas del estado y así, en estas condiciones de inseguridad ¿Se pueden hacer elecciones?
Han traído a miles de soldados y miles de policías
federales, que ahora no usan las armas sino toletes y escudos, para tratar de
dar la imagen de que hay orden y gobierno, pero en realidad es el rostro
militarizado de un gobierno que, debiera pensar, mejor, en dar un paso lateral,
antes que seguir empujando una elección que no será democrática y cuyo empeño
puede conducir a una mayor confrontación y crispación social. Es cuánto.
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