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La violencia existe pero el arte también: Caravanas por la paz con los refugiados de San Miguel Totolapa




Tecpan de Galiana, Guerrero, 26 de febrero de 2015Cuando se les pregunta a los habitantes de la comunidad de Lindavista en el Municipio de San Miguel Totolapan, en Tierra Caliente, que fueron desplazados por grupos criminales, si quieren volver a su casa, se quedan en silencio, parecen escoger las palabras y acordarse de cosas, y después de unos momentos responden que les gustaría pero que no lo hacen porque temen que vuelvan a atacarlos.

El miedo es una palabra que abunda en las conversaciones de la gente que está en el refugio instalado en Tecpan de Galeana. María, "madre de mucha gente que vive aquí", como ella misma dice, confiesa que tiene miedo de volver: "la balacera estuvo muy fuerte durante dos días y los niños han quedado traumados". Ella no se acostumbra al calor de Costa Grande, extraña el frío de su tierra (la comunidad de Lindavista se encuentra en una zona serrana), pero la idea de volver le pesa.

María nunca pensó que algo así le fuera a pasar; "ni en mis pesadillas lo imaginé así; algunos volvieron y se encontraron con sus casas robadas, se llevaron todo”. Observa a los niños que se reúnen en torno a los maestros Guillermo Maciel y Karen Rebolledo que están por impartir la última sesión de sus talleres de música y teatro, realizados como parte de las Caravanas Culturales por la Paz en Tierra Caliente. "Ni estas cosas [los talleres] pensé que tendríamos", comenta María.

Luego de dos semanas de trabajo diario los niños y adolescentes que asistieron al taller multidisciplinario de música, ya saben identificar notas en el pentagrama, saben de qué nota se trataba con sólo escucharla, ya conocen algunos acordes en la guitarra y el piano y las bases de la ejecución del bajo y el violín. La dinámica creada con los niños es sorprendente: están muy participativos. "Ellos están muy ansiosos de tener estas cosas y cuando lo tiene lo aprovechan mucho", explica María.

El maestro Guillermo Maciel enfocó su tarea en el aprendizaje de la teoría musical y se apoyó con audiovisuales de conciertos de diversos géneros: "uno de mis objetivos fue que se dieran cuenta de las semejanzas que hay entre la música que ellos escuchan y la música clásica o el jazz", explicó.

La alumna más avanzada y participativa de ambos talleres es Oneyda. Ella tiene 19 años y cuando su familia tuvo que salir de su casa y venir a Tecpan ella estudiaba en en la Univerdidad de Chapingo, de donde se dio de baja temporalmente por problemas de salud. En el taller Deja Volar Tu Voz, Oneyda trabajó varias rutinas dramáticas de teatro personal, proceso dramático que da gran importancia a la exteriorización de las emociones.

"Los participantes del taller, que fueron en su totalidad mujeres, se representaron a sí mismos, propinándose de un espacio concreto para poder liberarse: ellas mismas. Al final de la primera sesión, todas estaban sorprendidas se sentían relajadas, ligeras", explica la maestra Karen Rebolledo.

María se levanta de la silla para ir a ver cómo va la comida. La sesiones de la última jornada de los talleres termina. Llegan a su fin 14 días de trabajo comunitario a través del arte. Luego de estos días, los maestros han creado lazos con los participantes. Ahora se despiden largamente, con dificultad: es algo complicado alejarse de un lugar que ha recibido y necesita tanto lo que uno puede dar. Oneyda tiene esperanza de que las cosas mejorarán: “la violencia existe, pero la música y el teatro también”.



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