TRASFONDO
Julio Zenón Flores
La candidatura a gobernadora de la maestra en política
públicas Beatriz Mojica Morga ha empezado a consolidarse y de haber sido
considerada como la aspirante más débil de entre los cinco que aspiraban a abanderar
al PRD en Guerrero, ha pasado a constituirse en un personaje del que hay que
estar muy pendiente y que ha preocupado a sus adversarios al grado de estarles
ya marcando tendencia.
En las campañas políticas uno de los puntos que va indicando
acerca de cómo podrían darse los resultados el día de los comicios, además de
las mediciones demoscópicas por compañías especializadas, es la observación
sobre quién marca la agenda.
En ese sentido Mojica Morga se adelantó desde el hecho mismo
de plantear una candidatura femenina, en un estado considerado bronco, atrasado
y machista. El que una mujer saliera a decir, yo puedo gobernar este estado, al
principio fue visto como con ironía, pero luego, los operadores del PRI
tuvieron que tomarla en serio e impulsar entre sus aliados a otras mujeres como
candidatas, para impedirle acaparar el voto femenino y feminista, que no es lo
mismo.
Por eso de pronto aparecieron dos mujeres más en campaña: la
maestra en educación especial Karime Sevilla, curiosamente postulada por el
Partido Nueva Alianza (Panal), cuya dependencia del PRI es muy conocida.
Asimismo apareció Godeleva Rodríguez Salmerón, postulada nada menos que por el
Partido de los Pobres, fundado por un priista.
Luego, la ex secretaria de desarrollo social se hizo públicamente
un examen antidoping, más tarde presentó sus certificaciones de grado académico
y finalmente copia de su declaración de bienes entregada a su partido.
Esto, por un lado se llama marcar tendencia puesto que otros
partidos comenzaron a seguirla y a hablar del tema, incluso para negarse, como
fue el caso del aspirante de MC, Luis Walton, quien dijo que analizaría el
asunto, por cuestiones de seguridad y, por el otro, refleja un lenguaje no
verbal positivo en cuanto al impulso a la cultura de la transparencia y
rendición de cuentas, algo que los mexicanos estamos demandando en esta etapa
de la transición democrática.
De hecho las acciones de la candidata perredista pusieron en
problemas a los otros ocho candidatos (y candidatas) al gobierno estatal, pues
si le seguían la pista se verían como coleros y si no lo hacían se verían como
opacos. Al parecer esa estrategia le funcionó a la ex funcionaria.
Desde el punto de vista democrático, quienes nos decimos
progresistas no podemos hacer más que respaldar esta cultura de rendición de
cuentas, aunque eso, debe quedar claro, no signifique que por eso ya tenga ella
garantizado nuestro voto, pues aún hay otros elementos que se deben evaluar
para determinar la orientación del sufragio, en especial las propuestas que se
hagan, la forma en general de hacer campaña, el respeto a la inteligencia del
electorado y el propio historial de quien compite, así como de las personas que
rodearían al ganador, en el ejercicio de gobierno.
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