TRASFONDO
Julio Zenón Flores
El secretario de Gobernación, Miguel Angel Osorio
Chong, está equivocado en su percepción de la problemática de fondo en la
cuestión electoral de Guerrero.
El ha declarado y mandado al gabinete de seguridad a
confirmar que no hay focos rojos en la entidad, como para que no se lleven a
cabo elecciones. Para él la cuestión es muy simple: problemas sólo hay en un
par de municipios, el Instituto Electoral de Participación Ciudadana (IEPC, por
cierto mal denominado) está funcionando normalmente al grado de que ya registró
a los candidatos a gobernador y éstos andan en plena campaña.
Para él, la problemática se centra en los maestros
inconformes, miembros de la CETEG, en los padres de los estudiantes de la
normal rural de Ayotiznapa desaparecidos en Iguala el 26 de septiembre pasado y los grupos radicales que
llaman a no realizar elecciones, identificando el llamado como una postura
ideológica antielectoral, en general.
Partiendo de ese superficial análisis, Osorio Chong ha
concluido que como son más, en total 2.2 millones de ciudadanos empadronados,
quienes tienen derecho al voto, simplemente no se les puede coartar su derecho
a votar, como lo solicitan los equivocados antieleccionistas, que no pasan de
ser unos cuantos miles, en una o dos regiones del estado.
En realidad, el que está equivocado es el secretario
de Gobernación. Su premisa es errónea, por eso su conclusión es equivocada.
El problema de
Guerrero, para que haya o no elecciones, no son los antisistémicos, que
efectivamente son minoritarios en relación con el número de afiliados que
acumulan los partidos y en relación con la cantidad de ciudadanos empadronados;
el problema no es de números, el problema no es cuáles son más o cuales son menos,
de minorías o mayorías, el problema que no ve o no quiere ver el secretario de Gobernación,
es la coyuntura, de duelo y, más allá de eso, de la abierta actividad de los
grupos criminales, que se destapó con los hechos de Iguala y que ha quedado más
que evidenciada, una vez más, con el brutal asesinato de una aspirante a
alcalde perredista en el municipio de Ahuacuotzingo.
Ese es el problema de fondo, antes lo sospechábamos,
pero ahora la sociedad lo ve con toda claridad: los grupos criminales participan
en las decisiones de selección de candidatos y candidatas y cuando no pueden
imponer su criterio, asesinan.
El asesinato de Aidé Nava es una prueba de que esos
grupos siguen operando con toda normalidad en el estado, es decir, que están
incidiendo en las candidaturas y que incidirán en los resultados.
Defender un proceso electoral, en estas condiciones,
con el argumento mayestático de la Democracia, es defender una narcodemocracia,
a la que hacía referencia Eduardo Valle Espinoza, quien siendo asesor del
titular de la PGR Jorge Carpízo, escribió su libro “La Narcodemocracia
mexicana”, que no es sino una democracia simulada, donde no es el pueblo libre
quien toma la decisión, menos aún en una región donde el Estado, prácticamente
ha claudicado.
No se trata de negar el derecho al voto, se trata de
exigir que las elecciones se realicen en un contexto de menos presión, de menor
presencia de grupos criminales que son capaces de secuestrar a una aspirante a
precandidata y dejarle una manta con mensaje de que la ejecutaron por no
disciplinarse. Eso es lo que hace falta que entienda Osorio Chong, para que no
haga planteamientos equivocados.
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