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FESTIVO ARRANQUE DE CAMPAÑA DE JULIETA FERNÁNDEZ EN LA JARDIN

 

Por Mireya Valle Tostado

De repente parecía una fiesta. Dos tamboras retumbaban afuera del mercado de la colonia Jardín Mangos y cientos de banderas blancas ondeaban con el fondo majestuoso de un imperterbable oceano Pacífico, que azuleaba a lo lejos.
 La candidata a diputada por el O4 distrito electoral federal, Julieta Fernández, bajaba casi corriendo, sin perder la sonrisa y cientos de personas, principalmente jóvenes, casi corrían a su paso, algunos de ellos trababan de seguirle el ritmo calle abajo. Ella se detenía a saludar a los habitantes, que se asomaban a las puertas de sus casas y se acomodaban en los saguanes a ver la fiesta en la calle; saludaba, escuchaba la queja o el respaldo y luego debía correr para colocarse de nuevo en el frente, porque la caravana de banderas blancas la rebasaba.
Dificil tarea la de intentar frenar a esos jóvenes que iban emocionados y se apuraban entre ellos mismos.
Era el arranque de campaña de una mujer que viene de ser diputada local, que ha recorrido la zona rural del puerto y que luchó para ser la candidata de su partido a la alcaldia del puerto, pero que cuando vio que no se pudo, le levantó la mano, generosa, al electo por el partido, Marco Antonio Terán Porcayo. En reciprocidad, ahora Terán caminaba junto a ella en su arranque de campaña, subía al templete y saludaba a la multitud.
Desde el templete también Pilar Badillo Ruiz, otra mujer recia, reconocía el lugar, La Jardín, como un paraíso, por la vista que tiene, aunque Julieta Fernández matizaría, "no por casualidad elegimos este lugar para arrancar campaña" y el candidato por el distrito 08 local, Samuel Resendiz Peñaloza, ampliaba "los del partido naranja nos prometieron un cuento de hadas, para votar por ellos, y nos dieron un cuento de terror", sin policías ni servicio de agua. Agua, era la palabra clave en esta zona poniente de Acapulco, donde se carece del vital líquido la mayor parte del año.
Junto a Julieta, además de Badillo,  Resendiz y Terán, también estaba Rodolfo Escobar Avila, Israel Terrazas, Ernesto Rodríguez Escalona y sin ocultar su alegría, su esposo, Manuel Añorve Baños.

Enfrente de ella, bajo el templete, filas y filas de vecinos de la zona poniente de Acapulco, hartos, astiados, de un gobierno que se dedicó a lloriquear y que en vez de gobernar, destruyó la ciudad.



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