TRASFONDO
Julio Zenón
Flores
El estado de
Guerrero ha estado, aunque no se ha alejado mucho aún, a un tris de un
estallido social y no sabemos lo que venga una vez que termine el periodo del
actual gobernador sustituto Rogelio Ortega Martínez, pero sí sabemos los
peligros que se ciernen sobre la entidad. Y decir la entidad quiere decir su
gente, sus empresas, sus escuelas, sus calles, sus mercados, sus edificios
públicos, sus fuentes de empleo y sus áreas de esparcimiento, entre muchas
otras cosas que nos son familiares y son reales, son mucho más que una palabra,
como pueblo, colonia, comunidad o estado.
Lo ocurrido en
Iguala el pasado 26 y 27 de septiembre descubrió no sólo la connivencia de
gobernantes corruptos con grupos criminales y la complicidad de los partidos
políticos para llevar al poder a miembros del crimen organizado; también
descubrió la existencia de amplias zonas bajo control de cárteles y de otras
donde el movimiento social, surgido de la lucha contra la larga cadena de
injusticias, se ha radicalizado al grado de estar dispuestos a ir a una
insurrección armada.
Los ingredientes
de un estallido social están a la vista: hambre, pobreza, corrupción, crimen
organizado, guerrilla, movimientos sociales radicalizados, falta de gobierno
(el caso de Acapulco es emblemático, pues su propio alcalde lo dejó casi un año
sin siquiera policías preventivos) o un gobierno debilitado al ser ejercido por
personajes frívolos, dedicados al dispendio, ha hacer la fortuna propia y
familiar, a la sodomía, a rendir culto al dios Baco, y dejando la
responsabilidad del gobierno en efebos o jóvenes mancebos. Y no hablamos solo
del poder Ejecutivo, ya que se sabe del envilecimiento del poder legislativo y
del propio poder judicial (que actualmente se encuentra paralizado por sus
propios empleados y magistrados).
En ese contexto y
la falta de justicia clara en torno a los 43 jóvenes estudiantes desaparecidos
y tantos otros cuyos restos aparecieron en más de 200 fosas clandestinas, hay
motivos suficientes en Guerrero para un incendio revolucionario, que se puede
hermanar con acciones de grupos delincuenciales que aprovecharían para ampliar
sus espacios de control.
A la caída del
frívolo gobernante Ángel Aguirre Rivero, se optó por un gobernador surgido de
la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGRO) y al margen de las motivaciones que
llevaron a los grupos de poder a decidirse por Rogelio Ortega Martínez, la
realidad es que ha desencantado a muchos, en especial a la clase política, que
esperaba un pelele, y a muchos ciudadanos que esperaban a alguien que pusiera
orden, entendiendo el orden como la represión, la detención, encarcelamientos y
hasta la eliminación física de quienes se mantienen movilizados a la búsqueda
de justicia y de otras demandas inmediatas.
Rogelio Ortega no
fue ni uno ni otro. Ni pelele ni represor. Politólogo como es se rodeó de
universitarios y de expertos en la teoría de la gobernanza y optó por el camino
de la tolerancia extrema, que no siempre ha sido bien entendida.
La tolerancia
extrema, que no siempre se entiende, se muestra cuando la fuerza estatal
policiaca solo observa como destruyen edificios públicos, los incendian, los
rayonean (vandalizan, escriben alguna plumas), los saquean, y la fuerza
policiaca, desarmada, solo intenta el diálogo.
Esa extrema
tolerancia ha impedido que haya nuevos mártires, nuevos muertos que incendien
por completo el estado. Es mucho más barato comprar papelería nueva o
reconstruir un edificio, que parar un movimiento armado.
Pero, ese gobernador
en extremos tolerante se va el 26 de octubre próximo y es dudoso que para
entonces las cosas se hayan calmado en Guerrero y entonces uno se pregunta ¿Qué
sigue?
De ahí la
importancia de elegir al gobernador adecuado. Debe ser una persona serena, que
no sea pronta para la ira, pensado que sus policías todo lo pueden, y que sea
tolerante y más dispuesto a pensar y a rodearse de gente pensante y tolerante,
sin que se abandone el ejercicio real del gobierno.
Y es que después
de esa elección, no sabemos lo que pueda venir…imagínese, una revolución armada
o un baño de sangre represivo. Nadie podría estar seguro.
Yo por eso ya
definí mi voto: Voy por la tolerancia y el ejercicio de la política.
www.facebook.com/juliozflores***Responsable del BLOG: Julio Zenón Flores. Periodista, escritor, marketer digital y maestrante en ciencia política. Premio estatal de periodismo y premio estatal de periodismo legislativo. www.facebook.com/juliozflores
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