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El Acapulco que recibe Evodio Velázquez de Luis Walton


Foto: Archivo
TRASFONDO

Julio Zenón Flores

El presidente municipal Evodio Velázquez recibió el pasado 30 de septiembre un Acapulco devastado: Un cuerpo de policía que no acreditó exámenes de confianza en más de un 80 por ciento, fuera de forma tras un paro de casi once meses y una de las tasas de homicidios más altas del país y del mundo.
Junto a ello, unas vialidades destrozadas, pese al esfuerzo del abogado Luis Uruñuela por encubrir los yerros de su antecesor Luis Walton, quien en su periodo al frente se dedicó a levantar pavimento o concreto de calles y avenidas más o menos en buenas condiciones, para rehacerlas, pretendiendo así dar una imagen de trabajo y justificando de esa manera la erogación de recursos que no siempre se invirtieron en cemento, varillas, concreto o constructoras.
Como ejemplo está el caso de la obra que debió hacerse para continuar la vía Rápida y unir la avenida Constituyentes, a la altura del mercado central, con la calzada Pie de la Cuesta, para lo cual se autorizaron y etiquetaron 85 millones de pesos, de los cuales se hizo un pago de 26 millones a través de una trasferencia hecha en el banco Scotian Bank Inverlat, a favor de una constructora que a su vez pagó sólo dos millones a otra empresa que puso algo de maquinaria, hizo unos pozos colocó unos pilotes y como no le dieron más dinero, agarró sus herramientas, tapó con concreto lo que se había hecho y se fue, dejando  nada, en el lugar donde algo debiera haber si se habían trasferido 26 millones en noviembre del 2014, para una obra cuyos permisos gestionó directamente Luis Walton.
Pero ese es solo un ejemplo, otras avenidas vieron levantado durante meses sus concretos casi en buenas condiciones, como Niños Héroes, Bernal Díaz del Castillo, Vallarta y, tristemente, Urdaneta, que no alcanzó a ser reencarpetada y está ahí, abierta, como vil terracería, como muestra de un mal gobierno que al fin concluyó su periodo.
Obras fantasma, como la de la vía rápida, avenidas importantes como Urdaneta, convertidas en vil terracería y miles de baches por toda la ciudad, entregó el gobierno que se va, mientras reportaba que hizo 2 mil 400 obras.
Por otra parte, la administración que termina es la primera en la cual la CFE le ha cortado la luz a las captaciones de agua potable por falta de apoyo a la CAPAMA que vive momentos críticos por su baja captación de ingresos y encima, usada para reparar propiedades privadas de Luis Walton, como se hizo con su hotel y que fue denunciado en el periódico Enfoque informativo en septiembre.
Quien había prometido que los acapulqueños tendrían agua en sus hogares todos los días para que nunca más se bañaran a jicarazos, entregó en realidad una CAPAMA sobreendeudada, atosigada por la CFE y con el personal en paro, porque ni siquiera le pudieron pagar la última quincena a tiempo.
Así, el pasado 30 de septiembre en que en sesión solemne realizada en el Foro Mundo Imperial, el presidente municipal Evodio Velázquez Aguirre, se entregó un Acapulco con graves problemas de seguridad, una policía oxidada por el paro, en una ciudad con elevados índices de violencia y con problemas para suministrar agua potable, y con su calles destrozadas, que son los rubros más sentidos de la gente: seguridad, agua potable, vialidades en mal estado, y con una administración que fue resumida por el alcalde entrante con la lapidaria frase de “dejaron un desastre financiero”.
Ante ello, falta que el actual gobierno nos diga 

¿Cómo va a componer las cosas?.


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