Por:
Juan López
La relación es numerosa: Fernando Pineda,
Cuauhtémoc García, Diego Valderrama, Vicky Trani, Merced Valdovinos, Dimayuga,
Solorio, Félix Bautista, Ricardo Jiménez, infinidad de militantes que luego,
cuando fueron destinados en posiciones electorales o ya ejerciendo la función de
diputado o regidor, desertaron del partido que franquicia en Guerrero el ahora
candidato a la presidencia municipal de Acapulco, Luis Walton Aburto.
Su experiencia política es prolija en
deslealtades y traiciones. Y,
debido
a esas deserciones e infidelidades, que en algunos casos son riñas y
desencuentros entre la cúpula del Movimiento Ciudadano (antes Convergencia),
dicho Instituto no ha podido crear, formar ni organizar, una clase política
alternativa que sea una real competencia electoral en el municipio. Su
verdadera orfandad como oposición, es ésta: carecer de cuadros políticos, no
contar con profesionales en la administración pública. Recoger novatos y
resentidos de la hez social y enrolarlos como solución a los problemas
municipales que son tan extenuantes.
Como si las dificultades crónicas de la
intendencia municipal fueran juegos infantiles que cualquier espontáneo, venido
de la vagancia y los muladares partidistas, va a poder neutralizarlos
mágicamente y convertirlos en la divina parcela de Disneylandia que alguna vez
sugirió René Juárez Cisneros.
Pero, si dichos aventureros, que sólo
brincan de patrocinio en patrocinio, sólo utilizan el membrete del partido de
Walton, para sus logros y ambiciones personales y luego, ya obteniendo fuero y
nómina vuelven a traicionarlo y desertan, como lo hicieron todos aquellos que lo
merodearon, para quitarle una rebanada del presupuesto, qué o quien garantizará
a la sociedad que votar por Luis Walton Aburto es renovar la esperanza de un
gobierno que sirva a los acapulqueños.
La mula no era arisca, resume el refrán.
No hay síntomas de estrategia electoral, ni
comunicación social dinámica en torno al candidato de “las izquierdas”. No se
ve a ningún experto proponiendo el control de las mareas. Llueven
vociferaciones de problemas. Se repiten las denuncias de fallas. Multiplicación
hay de yerros y, menciones a un cataclismo que se avizora si llega a ganar
nuevamente el PRI. No saben estos catastrofistas que los errores no se corrigen
sólo aludiéndolos ni los deterioros caducan con revelarlos ante el candidato.
Los improvisados, lógico, sólo saben
producir improvisaciones. Ni siquiera proponen una ruta de eficacia y
honestidad para darle al gobierno una nueva reputación social: eficacia,
simplificación, que sea el Ayuntamiento un facilitador de la sociedad para los
desarrollos económicos que generen empleo, cumplan deberes fiscales, creando la
riqueza comunitaria que se reparte entre los trabajadores y sus familias a
través de una mejor calidad de vida.
La visión política de quienes buscan el voto
para gobernar Acapulco, debe ser más generosa. Profunda en el sentido
humanista, menos mezquina y con proyectos de plazo amplio y largo alcance
generacional. No hay visos de inteligencia en la
propuesta
de la “izquierda”. No se repiten sino acusaciones, mentiras, falsas
expectativas y la creencia anticipada de que somos una sociedad derrotada
cuando aún no inicia la contienda.
Ver la sucesión municipal de Acapulco como
una oferta para ocupar cargos públicos y ser beneficiario de la nómina es, una
trampa moral, una ignominia, un asunto de deshonestidad pública y, lo
maliciamos en el arrebato de quienes fueron derrotados en todos sus intentos, de
otros trienios, por agenciarse los recursos y patrimonios de la presidencia
municipal.
Si Walton carece del potencial humano que
requiere la solución a la gravedad de los problemas públicos de Acapulco y no
lo confiesa, está engañando a los acapulqueños: les miente con alevosía y con
una premeditación que, lleva varios procesos electorales -en los que ha perdido
las votaciones-, reciclando la mentira de que sólo con su triunfo y su
generación de vencidos, se van a solucionar las exigencias sociales del puerto.
Nada más falso. Acapulco será mejor con el
voto libre del elector que escoja con sabiduría quién es el mejor dotado para
enfrentar tantas penurias de nuestro pueblo.
PD: “Las minorías opinan. Mandan las
mayorías”: Octavio Paz.
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