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Nadal podría jugar en el Torneo de Acapulco


Madrid.- El primer amor nunca se olvida, y en el caso de Rafael Nadal ese recuerdo es polvoriento y anaranjado, el de un tenis sobre arcilla que a partir del año próximo quizás cuente con él con más intensidad que en las últimas temporadas.
“Puede que juegue más sobre tierra batida y me concentre más en esta superficie”, admitió Nadal recientemente durante una entrevista. Y esa frase abre una esperanza para un torneo muy concreto, el de Acapulco.
“No me extrañaría que Rafa juegue en 2013 en Acapulco”, dijo a dpa una alta fuente de la ATP.
Anclado desde fines de junio en Mallorca sin fecha concreta para navegar nuevamente por el circuito, Nadal tiene entre ceja y ceja recuperarse de los problemas de rodilla. La lesión es crónica, sí, pero con el trabajo adecuado -y el tiempo necesario, ése que no suele sobrarle- podría estar en condiciones de volver a jugar en al máximo nivel.
¿Cuándo? Ni él mismo lo sabe, admite el español. La meta es enero y el Abierto de Australia, primer Grand Slam de la temporada 2013, pero nada es seguro hoy por hoy para Nadal.
O quizás algo sí lo sea: si quiere sumarle unos años más a su exitosa carrera y llegar a los Juegos Olímpicos de Río 2016 tras la frustrante ausencia de Londres 2012, Nadal tiene que analizar bien no sólo cuánto juega, sino dónde lo hace.
Y ahí surge el nombre de Acapulco, un torneo sobre una fabulosa playa del Pacífico que Nadal ganó en 2005, en las semanas de su estallido como gran figura del tenis mundial.
El cemento daña las rodillas y el resto de las articulaciones de los jugadores mucho más que la arcilla. Y para un hombre como Nadal, que ganó siete veces Roland Garros y ocho Montecarlo, jugar sobre polvo de ladrillo es lo más cercano al paraíso.
Si algo viene repitiendo Nadal en los últimos tiempos es que la arcilla y el césped son superficies “más naturales y beneficiosas para el cuerpo” que el cemento. “El tenis es el único deporte que va al revés”, añade quejoso al comentar la creciente preeminencia de las superficies duras en el circuito.
Y hay algo que comenta en su entorno pero no dice en público para no alimentar esperanzas en la otra orilla del Atlántico: le encantaría volver a esa gira latinoamericana que conoció a los 18 años.
“A nosotros nos encantaría tener a Nadal, eso es una obviedad”, dijo recientemente a dpa Raúl Zurutuza, director del torneo de Acapulco.
“El año próximo celebramos nuestro vigésimo aniversario, sería una gran ocasión”, añadió Zurutuza, cuyo torneo en febrero tiene una doble ventaja sobre el de Buenos Aires, que se juega previamente: reparte el doble de puntos para el ranking y cuenta con patrocinadores más potentes.
Es, además, un certamen de la categoría 500, de los que Nadal debe jugar por reglamento al menos cuatro cada temporada. Dubai y Rotterdam, en las mismas fechas, también lo son, pero la dureza de su superficie los sitúa en desventaja repecto de Acapulco. Dos días después de la final de Acapulco, que se juega en sábado, Nadal tiene prevista una exhibición en el Madison Square Garden de Nueva York.
¿Y Buenos Aires? La presencia de Nadal sería un “boom” en Argentina, país enloquecido por el tenis, aunque Nadal es muy reacio a sumar más semanas a su calendario, y un paso por Buenos Aires significaría un quiebre de su descanso entre Australia y la gira previa a Indian Wells y Miami.
Pero en Argentina hay cierta esperanza. “No lo veo imposible creo que hay una oportunidad más grande que antes”, dijo a dpa Miguel Nido, director del certamen que el español jugó en 2005.
“Por el momento no me he movido porque hay una incertidumbre, él no sabe cuando vuelve a jugar. Pero si Rafa tiene interés de venir a Sudamérica nos va a contactar. Está clarísmo que el día que quiera venir, su agente, Carlos Costa, deberá tomar el teléfono, llamarnos y decir que Rafa quiere venir”.
Madrid.- El primer amor nunca se olvida, y en el caso de Rafael Nadal ese recuerdo es polvoriento y anaranjado, el de un tenis sobre arcilla que a partir del año próximo quizás cuente con él con más intensidad que en las últimas temporadas.
“Puede que juegue más sobre tierra batida y me concentre más en esta superficie”, admitió Nadal recientemente durante una entrevista. Y esa frase abre una esperanza para un torneo muy concreto, el de Acapulco.
“No me extrañaría que Rafa juegue en 2013 en Acapulco”, dijo a dpa una alta fuente de la ATP.
Anclado desde fines de junio en Mallorca sin fecha concreta para navegar nuevamente por el circuito, Nadal tiene entre ceja y ceja recuperarse de los problemas de rodilla. La lesión es crónica, sí, pero con el trabajo adecuado -y el tiempo necesario, ése que no suele sobrarle- podría estar en condiciones de volver a jugar en al máximo nivel.
¿Cuándo? Ni él mismo lo sabe, admite el español. La meta es enero y el Abierto de Australia, primer Grand Slam de la temporada 2013, pero nada es seguro hoy por hoy para Nadal.
O quizás algo sí lo sea: si quiere sumarle unos años más a su exitosa carrera y llegar a los Juegos Olímpicos de Río 2016 tras la frustrante ausencia de Londres 2012, Nadal tiene que analizar bien no sólo cuánto juega, sino dónde lo hace.
Y ahí surge el nombre de Acapulco, un torneo sobre una fabulosa playa del Pacífico que Nadal ganó en 2005, en las semanas de su estallido como gran figura del tenis mundial.
El cemento daña las rodillas y el resto de las articulaciones de los jugadores mucho más que la arcilla. Y para un hombre como Nadal, que ganó siete veces Roland Garros y ocho Montecarlo, jugar sobre polvo de ladrillo es lo más cercano al paraíso.
Si algo viene repitiendo Nadal en los últimos tiempos es que la arcilla y el césped son superficies “más naturales y beneficiosas para el cuerpo” que el cemento. “El tenis es el único deporte que va al revés”, añade quejoso al comentar la creciente preeminencia de las superficies duras en el circuito.
Y hay algo que comenta en su entorno pero no dice en público para no alimentar esperanzas en la otra orilla del Atlántico: le encantaría volver a esa gira latinoamericana que conoció a los 18 años.
“A nosotros nos encantaría tener a Nadal, eso es una obviedad”, dijo recientemente a dpa Raúl Zurutuza, director del torneo de Acapulco.
“El año próximo celebramos nuestro vigésimo aniversario, sería una gran ocasión”, añadió Zurutuza, cuyo torneo en febrero tiene una doble ventaja sobre el de Buenos Aires, que se juega previamente: reparte el doble de puntos para el ranking y cuenta con patrocinadores más potentes.
Es, además, un certamen de la categoría 500, de los que Nadal debe jugar por reglamento al menos cuatro cada temporada. Dubai y Rotterdam, en las mismas fechas, también lo son, pero la dureza de su superficie los sitúa en desventaja repecto de Acapulco. Dos días después de la final de Acapulco, que se juega en sábado, Nadal tiene prevista una exhibición en el Madison Square Garden de Nueva York.
¿Y Buenos Aires? La presencia de Nadal sería un “boom” en Argentina, país enloquecido por el tenis, aunque Nadal es muy reacio a sumar más semanas a su calendario, y un paso por Buenos Aires significaría un quiebre de su descanso entre Australia y la gira previa a Indian Wells y Miami.
Pero en Argentina hay cierta esperanza. “No lo veo imposible creo que hay una oportunidad más grande que antes”, dijo a dpa Miguel Nido, director del certamen que el español jugó en 2005.
“Por el momento no me he movido porque hay una incertidumbre, él no sabe cuando vuelve a jugar. Pero si Rafa tiene interés de venir a Sudamérica nos va a contactar. Está clarísmo que el día que quiera venir, su agente, Carlos Costa, deberá tomar el teléfono, llamarnos y decir que Rafa quiere venir”.
Madrid.- El primer amor nunca se olvida, y en el caso de Rafael Nadal ese recuerdo es polvoriento y anaranjado, el de un tenis sobre arcilla que a partir del año próximo quizás cuente con él con más intensidad que en las últimas temporadas.
“Puede que juegue más sobre tierra batida y me concentre más en esta superficie”, admitió Nadal recientemente durante una entrevista. Y esa frase abre una esperanza para un torneo muy concreto, el de Acapulco.
“No me extrañaría que Rafa juegue en 2013 en Acapulco”, dijo a dpa una alta fuente de la ATP.
Anclado desde fines de junio en Mallorca sin fecha concreta para navegar nuevamente por el circuito, Nadal tiene entre ceja y ceja recuperarse de los problemas de rodilla. La lesión es crónica, sí, pero con el trabajo adecuado -y el tiempo necesario, ése que no suele sobrarle- podría estar en condiciones de volver a jugar en al máximo nivel.
¿Cuándo? Ni él mismo lo sabe, admite el español. La meta es enero y el Abierto de Australia, primer Grand Slam de la temporada 2013, pero nada es seguro hoy por hoy para Nadal.
O quizás algo sí lo sea: si quiere sumarle unos años más a su exitosa carrera y llegar a los Juegos Olímpicos de Río 2016 tras la frustrante ausencia de Londres 2012, Nadal tiene que analizar bien no sólo cuánto juega, sino dónde lo hace.
Y ahí surge el nombre de Acapulco, un torneo sobre una fabulosa playa del Pacífico que Nadal ganó en 2005, en las semanas de su estallido como gran figura del tenis mundial.
El cemento daña las rodillas y el resto de las articulaciones de los jugadores mucho más que la arcilla. Y para un hombre como Nadal, que ganó siete veces Roland Garros y ocho Montecarlo, jugar sobre polvo de ladrillo es lo más cercano al paraíso.
Si algo viene repitiendo Nadal en los últimos tiempos es que la arcilla y el césped son superficies “más naturales y beneficiosas para el cuerpo” que el cemento. “El tenis es el único deporte que va al revés”, añade quejoso al comentar la creciente preeminencia de las superficies duras en el circuito.
Y hay algo que comenta en su entorno pero no dice en público para no alimentar esperanzas en la otra orilla del Atlántico: le encantaría volver a esa gira latinoamericana que conoció a los 18 años.
“A nosotros nos encantaría tener a Nadal, eso es una obviedad”, dijo recientemente a dpa Raúl Zurutuza, director del torneo de Acapulco.
“El año próximo celebramos nuestro vigésimo aniversario, sería una gran ocasión”, añadió Zurutuza, cuyo torneo en febrero tiene una doble ventaja sobre el de Buenos Aires, que se juega previamente: reparte el doble de puntos para el ranking y cuenta con patrocinadores más potentes.
Es, además, un certamen de la categoría 500, de los que Nadal debe jugar por reglamento al menos cuatro cada temporada. Dubai y Rotterdam, en las mismas fechas, también lo son, pero la dureza de su superficie los sitúa en desventaja repecto de Acapulco. Dos días después de la final de Acapulco, que se juega en sábado, Nadal tiene prevista una exhibición en el Madison Square Garden de Nueva York.
¿Y Buenos Aires? La presencia de Nadal sería un “boom” en Argentina, país enloquecido por el tenis, aunque Nadal es muy reacio a sumar más semanas a su calendario, y un paso por Buenos Aires significaría un quiebre de su descanso entre Australia y la gira previa a Indian Wells y Miami.
Pero en Argentina hay cierta esperanza. “No lo veo imposible creo que hay una oportunidad más grande que antes”, dijo a dpa Miguel Nido, director del certamen que el español jugó en 2005.
“Por el momento no me he movido porque hay una incertidumbre, él no sabe cuando vuelve a jugar. Pero si Rafa tiene interés de venir a Sudamérica nos va a contactar. Está clarísmo que el día que quiera venir, su agente, Carlos Costa, deberá tomar el teléfono, llamarnos y decir que Rafa quiere venir”.
Madrid.- El primer amor nunca se olvida, y en el caso de Rafael Nadal ese recuerdo es polvoriento y anaranjado, el de un tenis sobre arcilla que a partir del año próximo quizás cuente con él con más intensidad que en las últimas temporadas.
“Puede que juegue más sobre tierra batida y me concentre más en esta superficie”, admitió Nadal recientemente durante una entrevista. Y esa frase abre una esperanza para un torneo muy concreto, el de Acapulco.
“No me extrañaría que Rafa juegue en 2013 en Acapulco”, dijo a dpa una alta fuente de la ATP.
Anclado desde fines de junio en Mallorca sin fecha concreta para navegar nuevamente por el circuito, Nadal tiene entre ceja y ceja recuperarse de los problemas de rodilla. La lesión es crónica, sí, pero con el trabajo adecuado -y el tiempo necesario, ése que no suele sobrarle- podría estar en condiciones de volver a jugar en al máximo nivel.
¿Cuándo? Ni él mismo lo sabe, admite el español. La meta es enero y el Abierto de Australia, primer Grand Slam de la temporada 2013, pero nada es seguro hoy por hoy para Nadal.
O quizás algo sí lo sea: si quiere sumarle unos años más a su exitosa carrera y llegar a los Juegos Olímpicos de Río 2016 tras la frustrante ausencia de Londres 2012, Nadal tiene que analizar bien no sólo cuánto juega, sino dónde lo hace.
Y ahí surge el nombre de Acapulco, un torneo sobre una fabulosa playa del Pacífico que Nadal ganó en 2005, en las semanas de su estallido como gran figura del tenis mundial.
El cemento daña las rodillas y el resto de las articulaciones de los jugadores mucho más que la arcilla. Y para un hombre como Nadal, que ganó siete veces Roland Garros y ocho Montecarlo, jugar sobre polvo de ladrillo es lo más cercano al paraíso.
Si algo viene repitiendo Nadal en los últimos tiempos es que la arcilla y el césped son superficies “más naturales y beneficiosas para el cuerpo” que el cemento. “El tenis es el único deporte que va al revés”, añade quejoso al comentar la creciente preeminencia de las superficies duras en el circuito.
Y hay algo que comenta en su entorno pero no dice en público para no alimentar esperanzas en la otra orilla del Atlántico: le encantaría volver a esa gira latinoamericana que conoció a los 18 años.
“A nosotros nos encantaría tener a Nadal, eso es una obviedad”, dijo recientemente a dpa Raúl Zurutuza, director del torneo de Acapulco.
“El año próximo celebramos nuestro vigésimo aniversario, sería una gran ocasión”, añadió Zurutuza, cuyo torneo en febrero tiene una doble ventaja sobre el de Buenos Aires, que se juega previamente: reparte el doble de puntos para el ranking y cuenta con patrocinadores más potentes.
Es, además, un certamen de la categoría 500, de los que Nadal debe jugar por reglamento al menos cuatro cada temporada. Dubai y Rotterdam, en las mismas fechas, también lo son, pero la dureza de su superficie los sitúa en desventaja repecto de Acapulco. Dos días después de la final de Acapulco, que se juega en sábado, Nadal tiene prevista una exhibición en el Madison Square Garden de Nueva York.
¿Y Buenos Aires? La presencia de Nadal sería un “boom” en Argentina, país enloquecido por el tenis, aunque Nadal es muy reacio a sumar más semanas a su calendario, y un paso por Buenos Aires significaría un quiebre de su descanso entre Australia y la gira previa a Indian Wells y Miami.
Pero en Argentina hay cierta esperanza. “No lo veo imposible creo que hay una oportunidad más grande que antes”, dijo a dpa Miguel Nido, director del certamen que el español jugó en 2005.
“Por el momento no me he movido porque hay una incertidumbre, él no sabe cuando vuelve a jugar. Pero si Rafa tiene interés de venir a Sudamérica nos va a contactar. Está clarísmo que el día que quiera venir, su agente, Carlos Costa, deberá tomar el teléfono, llamarnos y decir que Rafa quiere venir”.
El Universal

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