Por JULIO ZENON FLORES SALGADO
La corriente de pensamiento de izquierda, cuyo principio es
la lucha revolucionaria por mejores de condiciones de vida para obreros y
campesinos, prácticamente ha desaparecido en su versión original en el mundo y
cada vez el color rojo fuego con el que se le identificaba, se va convirtiendo
en un rosa tenue, cuando no un amarillo huevo o un naranja deslavado.
En Europa se constituyó lo que se dio en llamar una
izquierda moderna, que no era otra cosa que una izquierda cooptada por el poder
a cambio de incorporar a sus principales representantes a toma de decisiones y
a las mieles del dinero y del poder, con la condición de que abandonaran esas
ideas fantásticas de la igualdad y de construir estados fuertes que controlaran la economía y que
repartieran con justicia los ingresos comunes del estado.
Los regímenes idearon entonces abrir un poco la puerta a
algunas propuestas de la izquierda y se abrieron a gobiernos de coalición,
alejándose y hasta condenando las posturas radicales a favor de la clase obrera
y de la libertad de pensamiento, de ahí que se constituyera lo que hoy se llama
la izquierda beata, la que se persigna antes de entrar a un debate, que no se
mete en temas que lo confrontan con la derecha como el aborto, entre otros, o
que incluso hablan en nombre de Dios.
En México, de igual manera, la izquierda se volvió una
izquierda palaciega. Cuando el PAN tenía la presidencia de la República, lo “in”
para los dirigentes perredistas era aliarse con el PAN, con el objetivo
pragmático de sacar al PRI de los estados donde gobierna o gobernaba. Eso
convirtió al PRD en un partido alfil o rémora del PAN y ayudó al blanquiazul a
ganar espacios por ejemplo en Puebla, en Sinaloa, en San Luis Potosí y hasta en
Chiapas, pero una vez que el PRI regresó a Los Pinos, ahora el PRD opta por
aliarse al tricolor y lanzarse contra el PAN, a los que califica de opositores
sin razón y radicales. “Ellos se oponen a todo”, acusó el coordinador
perredista de la bancada en El Senado, José Luis Barbosa.
Lo que salta a la vista es que el PRD se alía al poder, es
decir, dejó de servir al pueblo por el cual se fundó, por eso sus principales
fundadores se han retirado, desde Cuauhtémoc Cárdenas a Andrés Manuel López
Obrador.
En Guerrero ocurre una situación similar y de ser un partido
de lucha, que dejó en el camino la vida de cientos de sus militantes al
defender las causas populares, se vuelve un aliado de los caciques y primero
hace gobernador a un empresario abarrotero y luego a un ranchero
costachiquense, que maneja una de las corrientes del PRI. Todo sea por
conservar el poder y los privilegios de los líderes nacionales que gustan de
venir a Acapulco a libar generosas cantidades de alcohol en la residencia oficial
del gobierno en la zona Diamante, acompañado de lujosas viandas y gratas
compañías.
Ese es el PRD que irá en el 2015 a buscar la continuación
del poder en Guerrero y para eso no dudará en aliarse para hacer gobernador a
otro priista resentido. Eso abre la posibilidad a Mario Moreno Arcos, actual
alcalde de Chilpancingo, aunque para ello tenga que prescindir del apoyo de su
actual jefe moral (como en el viejo PRI) , el gobernador Ángel Aguirre Rivero,
quien todo indica regresará al redil tricolor.
1 Comentarios
los de la izquierda estan en la mierda porque los hijos de su puta madre se vendieron ante el pri, renunciando a las causas del cual nacieron y se identificaron en representar al pueblo a la clase trabajadora y ahora los hijos de puta andan como comiendo mierda la que le sobra al pri y de seguro por dinero y poder y su maximo luder Zambrano fue quien traiciono a la clase mas pobre aplaudiendo e incandose en todo li que el pri dice. que poc madre del PRD
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