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REFLEXIONES Por Javier Morlet




Lo bueno:
Quedamos maravillados al llegar a Acapulco de un viaje desde la Cd. de México, y entrar por el Boulevard Vicente Guerrero.  Al fin esta amada ciudad ofrece a sus pobladores y visitantes un acceso digno, funcional y moderno. Esta importante avenida luce amplia,  bien iluminada, de ágil circulación y con un camellón adornado con jardín y palmeras. Más adelante encontramos sobre la misma avenida un segundo piso que conduce al maxitúnel, todo esto digno de un país del primer mundo. Atrás quedo la pesadilla que significaba circular por ahí. Felicidades al Gobierno del Estado por esta magnífica obra.
Lo malo:
Después de varios años de disfrutar la presentación de la Filarmónica de Acapulco, en el Centro de Convenciones, esta tuvo que abandonar su sede por presiones económicas de los nuevos “dueños” de este icónico inmueble en la mejor zona turística de Acapulco. El Centro de Convenciones de  Acapulco, construido durante el sexenio del presidente Luis Echeverría, funcionó  como infraestructura básica para la promoción de eventos turísticos, sociales, culturales y políticos. Nos debe una explicación a los acapulqueños el ex gobernador Zeferino Torreblanca, del porqué decidió vender a la iniciativa privada este valioso inmueble. El argumento que esgrimió en su momento el C.P. Torreblanca en el sentido que costaba 2 millones de pesos mensuales su mantenimiento es insuficiente para convencernos, más que eso cuesta mantener “Casa Guerrero” donde vivió durante seis años.  Las decisiones políticas tomadas banalmente en base a un estricto criterio financiero costo-beneficio, son miopes, pues ignora el efecto económico global. El resultado es que ahora tenemos en la zona dorada de Acapulco un elefante blanco, en decadencia, que privilegia los eventos musicales populares a los eventos culturales que tanta falta hacen a esta ciudad.
Lo feo
Chilpancingo es ahora el escenario de una violencia desmedida. En la capital del Estado, sede de los poderes locales  resuenan las metralletas, crecen los asesinatos, los secuestros, las extorsiones y las desapariciones forzadas. El crimen organizado reta con soberbia al Estado, los rumores de que la policía municipal es parte de este flagelo a la sociedad crecen y crece también la desconfianza. El alcalde Mario Moreno acepta que ha sido rebasado y debe ceder poder al Gobierno del Estado y a la Federación. Ante este dilema los grupos organizados  de la sociedad civil absurdamente compiten entre ellos por liderar una acción colectiva que no termina por concretarse por celos y desconfianza, y con ello se dan las condiciones para que los grupos de autodefensa  se perciban como la solución al conflicto. Ese sería el camino equivocado, agravaría aún más las cosas. Los chilpancingueños tienen en sus manos  la solución: La unidad. Solo falta aceptar despojarse de su egoísmo.
Javier Morlett Macho
  trasfondoinf@hotmail.com

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