Lo bueno:
Quedamos maravillados al llegar a
Acapulco de un viaje desde la Cd. de México, y entrar por el Boulevard Vicente
Guerrero. Al fin esta amada ciudad ofrece
a sus pobladores y visitantes un acceso digno, funcional y moderno. Esta importante
avenida luce amplia, bien iluminada, de
ágil circulación y con un camellón adornado con jardín y palmeras. Más adelante
encontramos sobre la misma avenida un segundo piso que conduce al maxitúnel,
todo esto digno de un país del primer mundo. Atrás quedo la pesadilla que
significaba circular por ahí. Felicidades al Gobierno del Estado por esta
magnífica obra.
Lo malo:
Después de varios años de
disfrutar la presentación de la Filarmónica de Acapulco, en el Centro de
Convenciones, esta tuvo que abandonar su sede por presiones económicas de los
nuevos “dueños” de este icónico inmueble en la mejor zona turística de
Acapulco. El Centro de Convenciones de Acapulco, construido durante el sexenio del
presidente Luis Echeverría, funcionó como infraestructura básica para la promoción
de eventos turísticos, sociales, culturales y políticos. Nos debe una
explicación a los acapulqueños el ex gobernador Zeferino Torreblanca, del porqué
decidió vender a la iniciativa privada este valioso inmueble. El argumento que
esgrimió en su momento el C.P. Torreblanca en el sentido que costaba 2 millones
de pesos mensuales su mantenimiento es insuficiente para convencernos, más que
eso cuesta mantener “Casa Guerrero” donde vivió durante seis años. Las decisiones políticas tomadas banalmente en
base a un estricto criterio financiero costo-beneficio, son miopes, pues ignora
el efecto económico global. El resultado es que ahora tenemos en la zona dorada
de Acapulco un elefante blanco, en decadencia, que privilegia los eventos musicales
populares a los eventos culturales que tanta falta hacen a esta ciudad.
Lo feo
Chilpancingo es ahora el
escenario de una violencia desmedida. En la capital del Estado, sede de los
poderes locales resuenan las
metralletas, crecen los asesinatos, los secuestros, las extorsiones y las
desapariciones forzadas. El crimen organizado reta con soberbia al Estado, los
rumores de que la policía municipal es parte de este flagelo a la sociedad
crecen y crece también la desconfianza. El alcalde Mario Moreno acepta que ha
sido rebasado y debe ceder poder al Gobierno del Estado y a la Federación. Ante
este dilema los grupos organizados de la
sociedad civil absurdamente compiten entre ellos por liderar una acción
colectiva que no termina por concretarse por celos y desconfianza, y con ello
se dan las condiciones para que los grupos de autodefensa se perciban como la solución al conflicto.
Ese sería el camino equivocado, agravaría aún más las cosas. Los
chilpancingueños tienen en sus manos la
solución: La unidad. Solo falta aceptar despojarse de su egoísmo.
Javier Morlett Macho
trasfondoinf@hotmail.com
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