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Guerrero: Periodistas militantes, ante la unidad


TRASFONDO



Julio Zenón Flores

Maldita subcultura que todo lo pervierte, que las causas más justas las convierte en banderas políticas.
La primera lección que nos enseñan a quienes optamos por ser periodistas, es la búsqueda de la veracidad y la objetividad. Ya serán los filósofos o los sociólogos quienes dirán que la objetividad no existe, pues todo pasa por nuestra mente ya formada o deformada por nuestra cultura, por el tamiz de lo aprehendido en el nuestro medio social. Pero la obligación del periodista es buscar lo más cercano a la objetividad.
El gremio periodístico, en Guerrero, he conocido a los colegas de Aguascalientes y de Guanajuato, donde he colaborado por años y no es lo mismo. Es en su absoluta mayoría militante, aunque unos abiertos y otros embozados. Unos desde el discurso apartidista hacen escarnio de todo movimiento social. Otros se asumen defensores del gobierno en turno y no es gratis, pues la nómina del gobierno estatal es larga, como la del congreso local y la de los municipios más importantes.
Incluso muchas organizaciones nacen para servir a tal o cual político. Fotografías abundan donde sesionan, los supuestos periodistas imparciales, con funcionarios y gobernantes que pagan la cuenta, a cambio de las lisonjas de los que tomaron un café o desayunaron un salpicón.
Muchas veces, incluso, esas organizaciones o personajes que las encabezan, a veces sin ingresos acreditables, forman parte de estrategias de los gobiernos o de los políticos que lanzan campañas contra sus enemigos o a favor de sí mismos. Hay grupos que ganan o pierden, según quien llegue al gobierno y se da una lucha encarnizada para quitar o poner a un adepto, que se encargue de administrar los apoyos conocidos como “chayotes”, penachos o troncos.
Por eso es muy difícil que el gremio se unifique en torno a una causa.
El ataque sufrido por los miembros del Club de Periodistas y sus familias, es una causa común de todos los que nos dedicamos a esta actividad. Nadie puede ni debe justificar el ataque físico, la humillación, el ataque verbal, pues si ahora fue a ellos, luego será a otros y alguna vez será a nosotros.
Es un buen momento para exigirle a los acelerados de la CETEG, o MPG, o CECOP, o grupos armados o no, pero también al gobierno, que respeten el trabajo de la prensa, que no limiten la libertad de expresión, aún cuando algunos puedan escribir o publicar a favor o en contra, esa es parte de la libertad.
Sin embargo, esa oportunidad se pierde por ese prurito de quienes quieren aprovechar el viaje para cobrar facturas a sus viejos compañeros de equipo, como es el caso de quienes acusan a José Luis González y a otros periodistas de “ser militantes” y de ser delatores. No es abriendo frentes entre nosotros mismos como se va lograr que nos respeten. En este tipo de casos, la prudencia indica que se ponga por encima lo que nos une y que las diferencias se arreglen luego, eso sí entre pares.

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