TRASFONDO
Julio Zenón Flores Salgado
Hoy, todos los indicios apuntan a que sí habrá elecciones en
Guerrero, pese a la oposición de un movimiento a todas luces justo, encabezado
por padres, familiares y compañeros de los 42 normalistas que aún permanecen
desaparecidos.
La línea del gobierno federal para que haya elecciones se
percibe en la actuación a toda máquina de los delegados federales, en las
declaraciones de la PGR desacreditando a los científicos de la UNAM que dicen
que no pudieron ser quemados los jóvenes desaparecidos, ahora diciendo que hubo
cosas que no dijeron en su momento, pero que apuntalan su versión de que sí
fueron incineraros. Eso hace pensar que se cocina una historia para dejar claro
que su versión es correcta y que quienes
siguen en lucha porque aparezcan, en realidad buscan otros intereses.
También se ve esa intención en las nerviosas declaraciones
de los vocales del Instituto Nacional Electoral (INE), que dan la impresión de
no saber donde están parados, ni qué hacer, pero conscientes que su razón de
ser es hacer elecciones, en las condiciones que sean, por más adversas que se
presenten, ellos se sienten en la obligación de hacer elecciones, no análisis
del contexto. Se seleccionaron para esos cargos por su conocimiento de la norma
electoral, no por su capacidad de
análisis estratégico de la coyuntura. Eso los vuelve muy limitados, pero
sí tienen claro que, como los caballos de las calandrias, sólo pueden jalar
para adelante.
El gobierno estatal también ya asumió que debe haber
elecciones. El gobernador interino Rogelio Ortega Martínez, recordó que fue
puesto en ese cargo por el sistema para dos cosas: Para recuperar la
gobernabilidad y para hacer viables las elecciones de junio de este año. Su discurso
apunta a que habrá elecciones, por las buenas o por las malas, o sea, con
consenso, que es su primera apuesta, o “con la ley”, es decir, con la
represión, que es su última opción.
En la gente común, cada vez más se va sembrando la idea de
que ese movimiento justo de los normalistas y sus familiares se ha convertido
en un pretexto de vándalos, que afecta a toda la sociedad y eso va reduciendo
los apoyos internos. Visto de manera pragmática, pareciera que tienen razón
quienes dicen que ya es justo que ese movimiento se detenga, por la vía que
sea, para normalizar la vida en el estado; aunque visto con larga visión,
ellos, los normalistas y sus apoyadores siguen teniendo razón, sin embargo, el
decir que son minoría y que no deben afectar a la mayoría, parece argumento
contundente.
En el mismo tenor, los partidos políticos se han apresurado
a seleccionar a sus precandidatos, a pedir licencia, quienes tenían que hacerlo
y a lanzar desde ya sus estrategias de guerra sucia para denostar a los
contrarios.
Contundente también aparece el argumento de que si no hay
elecciones el estado quedaría a la deriva pues ni el gobernador actual podría
extender su mandato, ni el congreso actual estaría en funciones para nombrar a
un gobernador sustituto del interino, ni el senado tiene la facultad para
nombrar a un gobernador provisional, por lo cual, el estado quedaría en un
supuesto no previsto por la ley.
Por supuesto que hay salidas, políticas, aunque no
necesariamente legales, tampoco ilegales, pero al parecer el Estado ya optó por
la salida más sencilla. Hacer las elecciones y luego ver qué sigue…aunque lo
que siga sean detenciones de luchadores sociales acusados de andar “embozados”
y de ser minoritarios. El que sus demandas sean justas, para el Estado es lo de
menos.
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