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Jueves de pozole en Acapulco, lo mejor, origen y destino

Acapulco, desde hace año ya no ofrece únicamente su tradicional barra de mariscos y sus paseos en yate a precios muy económicos o discotecas donde es posible siempre encontrarse a algún famoso, aunque ya no es lo mismo en los años 50 s, pero siguen llegando las luminarias, en especial a la zona Diamante, sino que también te ofrece el platillo típico que si bien se sirve en otros lados del país en ninguno como aquí: se llama pozole.
Actualmente ya se sirve en algunos restaurantes de los mejores hoteles de la ciudad (es bueno por ejemplo el del Gran Hotel), pero nunca tendrá el mismo sabor que el que se sirve en las pozolerias tradicionales, donde hay que ir a probarlo, porque no se trata solo del platillo en sí, que es además delicioso, sino de vivir el ambiente local y de pagar excelentes precios.
Si de probar el pozole tradicional recomendamos la pozolería Lulú, ubicada en la avenida Adolfo Ruiz Cortínes, en un punto conocido como "Y" o (i griega), donde se juntan tres calles, muy cerca de la carretera Acapulco México, en plena zona urbana del puerto.

Lugar tradicional

Los chiles capeados son una verdadera delicia. El pozole verde como pocos. Lleguen temprano porque cierran a más tardar a las 21:00 Hrs.


Si lo que quieren es probar el pozole pero con un toque distinto, legado a la tradición de Chilapa o Tixtla, entonces la recomendación es la pozolería La Cabaña, ubicada en Caleta, en el patio del hotel Catalina.

El pozole (del náhuatl pozolli, de tlapozonalli, «hervido» o «espumoso» o del cahíta posoli, «cocer maíz») es un plato de México y Centroamérica, es una especie de caldo hecho a base de granos de maíz de un tipo conocido comúnmente como cacahuazintle, a la que se agrega, según la región, carne de pollo o de cerdo como ingrediente secundario. De esta preparación básica existen variaciones por todo el territorio mexicano. Por ejemplo, el pozole blanco de Guerrero y el rojo de Sinaloa, Nayarit, Guanajuato y Jalisco. A este platillo se le puede acompañar con tostadas de crema, pata y otras especialidades de la cocina mexicana.

Se le pueden agregar, al servirse, otros ingredientes que realzan más el sabor, entre estos a saber: lechuga finamente rebanada, cebolla finamente picada, col, crema al gusto, orégano molido, jugo de limón, rodajas de rábano, aguacate, queso fresco, chicharrón y salsa o polvo de chile. Esos ingredientes, por regla general, se colocan en la mesa antes de la comida, para que cada comensal se sirva según la cantidad que desee, y para acompañarlo es tradicional el uso de tostadas de tortilla de maíz con media crema.

Los nombres y tipos más comunes son los llamados blanco y verde de Guerrero y el rojo de Sinaloa y Jalisco.

Algunos antropólogos señalan que en el México prehispánico, tras los sacrificios rituales en los que se ofrecían los corazones de la víctima a las deidades, el resto del cuerpo se cocía con maíz y era repartido entre todos los participantes en una especie de acto de comunión o sólo entre determinados sacerdotes. «Ocurría como en las actuales corridas de toros, donde todo sigue un ritual, pero una vez que muere, el animal es carne», indica Miguel Botella, director del Laboratorio de Antropología Física de la Universidad de Granada. En la investigación se han recabado recetas de cocina de carne humana que recogieron los frailes españoles durante su labor evangelizadora tras la conquista, que señalan que nunca se tomaba asada y que era habitual añadirla al pozole. Según el testimonio de uno de estos frailes, la carne humana «sabía como la del cerdo», de ahí que, tras ser prohibido su consumo durante la cristianización de los indígenas, fuera sustituida por el puerco.




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