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Amparos ciudadanos ante políticos chapulines

Filo Mayor
Jaime Irra Carceda
*Héctor Astudillo Flores, barbas a remojar
No sabemos en qué vaya a parar el lío en que la organización denominada Asamblea de Vanguardia Ciudadana ha metido al político priista Héctor Astudillo Flores, a quien mediante un recurso legal se le podría obligar a que deba regresar con la cola entre las patas a cumplir con su responsabilidad de presidente municipal de Chi...lpancingo, cargo que logró mediante el voto de los electores el cinco de octubre del 2008, pero del que recientemente se retiró luego de obtener una licencia indefinida que le otorgaron los diputados al Congreso del estado (59 Legislatura) a mediados de marzo pasado.
En México el amparo es un recurso legal poderosísimo con el cual los ciudadanos podemos pelear de tú a tú contra el Estado, siempre y cuando haya jueces federales que se sujeten con rectitud al mandato de la Ley, como ahora es el caso de quien es el titular del Juzgado Primero de Distrito con sede en esta ciudad capital, instancia en la que se determinó la suspensión provisional de la licencia que el Congreso de Guerrero concedió a Astudillo Flores para separarse de la Alcaldía por tiempo indefinido.
En nuestro país los cargos de elección popular son irrenunciables. El presidente de la República, los senadores, los diputados federales, los locales en cada entidad federativa, los alcaldes, todos aquellos a los que se haya arribado mediante el voto constitucional en elecciones ídem, no pueden abandonarse así como así, graciosamente, como ahora lo ha hecho Astudillo Flores bajo el argumento de que su partido, el PRI, lo postula como candidato a legislador estatal por la vía plurinominal, agregándole aquello de que le asisten los derechos ciudadanos de "votar y ser votado".
Ajá. Nomás eso faltaba. Lo que ocurre es que Astudillo ya fue votado muchas veces, ya para regidor, ya para alcalde de Chilpancingo en dos ocasiones, para diputado local, para senador de la República.y nunca termina lo que empieza, siempre ha botado la voluntad popular que lo ha llevado a tales responsabilidades, vaya, se ha burlado de quienes en varios momentos han sufragado por él. Nada le ha importado. Su vocación de servicio es tan fuerte y tan profunda que elección tras elección se acomoda para saltar entre la milpa de la política, como un verdadero chapulín, en busca de mejores mazorcas.
En San Luis Acatlán, el ciudadano Felícitos Martínez Mauricio logró, hace unas semanas, también mediante un amparo de la Justicia federal, que un tal Vicario Portillo Martínez, que había solicitado una licencia para separarse del cargo de alcalde de ese Municipio de la Costa Chica para ir en pos de una diputación federal postulado por el PRD, se regresara con cajas destempladas a cumplir con el encargo que sus electores le otorgaron en aquel mismo octubre del 2008.
El 3 de abril, el Congreso local recibió una notificación del Juzgado Primero de Distrito con residencia en Chilpancingo, relativa al Juicio de Garantías 453/2012-III, promovido por Felícitos Martínez Mauricio, mediante el cual solicitó la suspensión de la licencia por tiempo indefinido aprobada por los diputados de Guerrero en favor de Portillo Martínez, quien a la orden de "a güevo" regresó a cumplir con sus deberes de presidente municipal.
Nótese que el Juzgado (federal) Primero de Distrito es la instancia en la que se han ventilado los dos casos, el del alcalde de San Luis Acatlán y el de Héctor Astudillo Flores. En ambos asuntos el juzgador ha resuelto suspender las licencias que el Congreso local concedió a tales ediles.
Ahora, en nota por separado, varios diputados coinciden en que el Congreso acatará la resolución del citado Juzgado federal, por lo que no es remoto que el destino de Astudillo Flores sea el mismo que "alcanzó" a Portillo Martínez.
Lo importante de estas historias es que, a querer o no, en Guerrero se están sentando precedentes para terminar con el chapulinismo, para que quien quiera servir al pueblo y no servirse de él (como luego se dice tan demagógicamente), lo haga, ciertamente, al cien por ciento, para que no nos salgan con la jalada de que ahora ya me voy porque la patria me necesita en otro lado. Ajá. Que los compromisos con la voluntad popular no sean burlados.
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