por
Rodrigo Huerta Pegueros*
El informe de gobierno
que presentó el presidente Enrique Peña Nieto a la nación no fue ni por asomo
un informe de resultados sino de buenos propósitos, ya que lo único que se
escuchó fue la reiteración de sus pronunciamientos que había venido haciendo
durante sus múltiples intervenciones realizadas durante sus giras de trabajo a
lo largo y ancho de la República Mexicana.
Pero lo que si quedó
claro es que al presidente Peña lo único que le interesa es que lo más pronto
posible los congresistas aprueben las reformas que ha enviado al parlamento como
son principalmente las energética, fiscal y hacendaria y se voten y aprueben las
leyes reglamentarias de la reforma en telecomunicaciones, ofreciendo de nuevo
que con estos cambios el país tendrá un crecimiento económico inusitado y la
creación de miles de empleos que reclaman los habitantes de este país.
Este discurso ya es
harto conocido y por lo mismo no fue atractivo ni para propios ni extraños.
Es más, el informe de
gobierno fue incompleto ya que no dio cuenta de lo que se vive en México, o
sea, la falta de empleo, el crecimiento económico ´pírrico que se ha
pronosticado para fin de año (1.8% del PIB), la ausencia en la aplicación de
programas productivos para reactivar la economía y el fallido proceso de
pacificación del país, puesto que la violencia y el narcotráfico han sido
imparables en estos nueve meses de gestión priista.
Los movimientos
sociales siguen actuando como en el pasado sexenio; los partidos políticos
siguen amenazando con no darle los votos suficientes para las reformas energéticas
y fiscal si antes no se aprueban las reformas político-electoral y los grupos
de autodefensa se siguen reproduciéndose sin freno alguno, particularmente en
entidades como Michoacán y Guerrero.
El informe de gobierno
de Enrique Peña Nieto careció de enjundia, fue plano y no tuvo la suficiente emoción
que pudiese tocar las fibras sensibles de los que estuvieron presentes en la
residencia presidencial.
Lo menos que dijeron
los dirigentes de los partidos de oposición acerca del informe presidencial fue
que el documento leído fue de agenda y no de resultados.
En eso estamos casi
todos de acuerdo.
Que repitió lo que
todos sabíamos y de cómo se disfrazaron las cifras sobre crímenes dolosos y
combate al narcotráfico, también de acuerdo.
Que la petición de
llevar adelante las reformas eran una répñlica de lo que los partidos de
oposición habían propuesto en años pasados y que el propio PRI, el que ahora
solicita la aprobación, las había rechazado, es otra verdad absoluta.
O sea que, Peña regó sobre mojado. Sin duda.
Lo cierto es que
mientras el presidente de México hace como si apenas estuviese tomando las
riendas del gobierno (primero de Diciembre pasado) y sale de gira internacional
una vez más, la economía va en picada, los jóvenes siguen sin tener empleos,
las calles de México están ocupadas por protestantes y los malosos siguen
paseándose como Juan por su casa sin que nadie les ponga un freno y menos les
reste poderío para no seguir secuestrando o extorsionando.
Por lo demás, hay que
ver como actuarán los legisladores si viendo todo desde la óptica de sus propios
intereses particular o de grupo o por el interés de la nación.
Los maestros están en
pie de lucha y no hay poder que los pueda someter.
Asi de débil está el
Estado y así de pírrico es nuestro Estado de Derecho.
Por más coordinación
que se quiera difundir, esta no es suficiente para dar viabilidad a un gobierno
que pretende solventar los problemas heredados por el gobierno panista de
Felipe Calderón Hinojosa.
Quizá lo que haga
falta es poner a debate la estrategia que le sirva a los mexicanos y no la que
desea solo el partido que ocupa hoy el gobierno y ejerce a discreción la
administración pública federal.
Periodista/Analista Político*
0 Comentarios
¿Qué te pareció esta información? ¿Qué nos falta?