JULIO ZENON FLORES
Manejar un Acapulco, desde el punto de vista administrativo,
partido en tres: El del lujo y oropel, donde el turismo puede estar sin
problemas de ninguna índole, el urbano, donde la gente tiene ingresos más o
menos seguros, paga impuestos y recibe, aunque a medias los servicios públicos
y, el suburbano y rural, donde la gente es subempleada o desempleada, no tiene
la seguridad ni de su propiedad ni recibe servicios públicos básicos, debe ser
una cosa de locos, a menos, claro está, que seamos muy organizados, tengamos
confianza en un equipo a su vez confiable y tengamos visión de líderes.
Si bien desde el punto de vista administrativo es
complicado, lo es mucho más desde el punto de vista del manejo de la imagen y
en eso han fracasado hasta ahora todos los que han estado a cargo de la
comunicación social en el ayuntamiento porteño; unos porque ocuparon ese
encargo por el puro mérito de ser amigos del presidente en turno, por ser de su
partido, o hasta novias o amantes y otros porque pecando de soberbia, se apoyan
en empresas y equipos foráneos para determinar las líneas comunicacionales,
desoyendo el mensaje de Sun Tzu, en el Arte de la Guerra, en el sentido de que
quien desprecia a los guías locales no dominará el terreno.
El fondo de ese manejo de la imagen no es tan banal como
pareciera, pues en realidad, esa imagen es el sustento del ingreso de recursos
a Acapulco: Por un lado porque dependiendo de esa imagen viene más o menos
turismo, por ejemplo si dominan la
agenda comunicativa la inseguridad y la falta de servicios, el turismo opta por
irse a otro lado y por el contrario, si se manda el mensaje de seguridad y
confort, el turismo no sólo viene, sino que mejora su calidad y su estancia y,
por otro lado, porque si se genera confianza en el uso de los recursos, la
gente acude mejor a pagar sus impuestos y derechos, mientras que por el
contrario, cuando la agenda mediática arroja un gobierno corrupto, la gente se
vuelve menos pagadora al erario.
Se entiende la dificultad y, por eso, se entiende que el
gobierno municipal y el mismo estatal, sean duramente criticados en los medios
alternativos y en especial en Internet, que sigue siendo despreciado por los
voceros de los gobiernos locales.
Como se pudo ver, un ejemplo práctico de lo que aquí decimos
se dio con el spot de Luis Miguel, que costó al estado millones de pesos,
aunque no se le haya pagado en dinero sino en condonación de impuestos por su
mansión en Acapulco, lo cual en última instancia es dinero público también, que
generó críticas y rechazo en vez de apoyo, pues la gente local no se sintió
reflejada y porque en lo local mandaba un mal mensaje, aunque en lo nacional e
internacional era impecable y realmente servía para el propósito que se había
planteado, pero el rechazo local obligó a retirarlo y ni modo de decirle a Luis
Miguel que siempre si pagara sus impuestos ya condonados.
El otro ejemplo es ese mensaje de que Acapulco está de píe. Si bien es bueno ante el exterior, es malo al
interior, pues lo primero que un acapulqueño del segmento urbano dice es que
eso es falso, pues las calles están llenas de hoyos y de basura, así como aguas
escurriendo por todos lados, mientras para los de la zona rural y suburbana no
hay siquiera las migajas que normalmente reciben, en consecuencia, lo
descalifican, para éstos es falso que Acapulco está de pie y expresan su
malestar en las redes sociales y otros medios de comunicación, y puede llegar
el momento, de hecho ya está llegando, en que el “Acapulco está de pie”, sea saboteado
y tenga que ser retirado del aire.
El detalle, dijera Cantinflas, está en el tejido fino de la
comunicación política. En los equilibrios. Y es necesario que el director de
comunicación social lo domine, basta con que se apoye en gente capacitada.
O usted, como la ve?
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