MIRADA INTERIOR
A propósito de
la feria del pozole y del mezcal
Por: Isaías
Alanís
*Qué linda es mi
guitarra
Qué lindo es mi
maizal
Qué lindas son
mis vacas
Y también mi
cafetal…
El
maíz, es ha sido y verdadera fuente de toda clase de mitos y creencias. Es una
planta ligada al desarrollo de los pueblos. Desde los tiempos en que los seres
humanos se asentaron y comenzaron la industria de la piedra, a saber el rumbo
del universo, el movimiento giratorio del sol y sacarle fruto a las semillas y
asentarse en pequeñas comunidades y recomponer su espacio con lenguas y modos
de ser, el pozole ha sido comida propia de Mesoamérica que se degusta con
diversos matices en casi todo el territorio nacional, es un elemento simbólico
y representativo de los pueblos originarios que lo conservan, modifican y
degusta, solazándose con su peculiar sabor. Alimento ceremonial y festivo.
Fray
Bernardino de Sahagún en la Historia verdadera de las cosas de la Nueva España,
crea la historia negra novo hispana de que los antiguos mexicanos preparaba
esta comida, cuyo nombre en náhuatl, es pozolli, que a su vez viene de la
palabra, pozol, espuma. Es un hecho como lo demostrado José Iturriaga de la
Fuente en su ameno y exquisito libro sobre los sacrificios humanos, que los
antiguos celebraban estos actos bajo una estricta ceremonia a los númenes de la
tierra y el cielo.
Otro
hecho histórico entremezclado con la leyenda categóricamente presenta así el
encuentro de los conquistadores con esta espumosa “sopa de granos” como también
le llaman ha sido a lo largo de la historia motivo de investigación,
imaginación y rigor científico para encontrar su identidad gastronómica y
cultural de Mesoamérica:
“en
el mes de mayo de 1530, luego de vencer a los indígenas, el conquistador
español Nuño Beltrán de Guzmán entró a Tonalá, donde fue recibido por la
Itzoapilli Tzapontzintli y sus cortesanos con danzas y un suculento pozole.
Dicen que acercándose don Nuño Beltrán de Guzmán a la olla pozolera, vio que en
el maíz había restos humanos inconfundibles, por lo que iracundo echó mano a la
espada y quebró de un tajo la olla de arriba abajo, conminando a la reina y los
tonaltecos a ya no comer carne humana”. (1)
Cuadrado
con los rumbos celestes la siembra del maíz, da frutos distintos. Los hay color
rojo de la sangre, espigado como semilla de sandía, ancho y cubierto de una
capa brillante, pequeños para hacer palomas. Son infinitas variedades de
nuestro sustento el maíz como colores tiene el arco iris.
Y cuando el sol
se pone
Salgo a trabajar
me montó en mi
caballo
y me voy a
sabanear
Y
el pozole no escapa al encanto de los colores, hay verde y rojo, blanco y con
pipian, misturado con elote camagua y frijol. Lo hay para gustos vegetarianos y
carnívoros, aunque un buen plato de pozole debe guisarse con cabeza de cerdo. Normalmente el pozole se hace de una variedad
de maíz llamado cacahuazintli, que
sólo crece en altitudes propias pero que debido al manejo genético de la planta
que han hecho los pueblos, en regiones de selva baja se ha reproducido y se le
conoce como maíz ancho o pozolero.
Sinaloa,
Jalisco, Morelos, Guerrero, tiene su pozole. Esta variada formas de
condimentarlo se debe a los gustos en evolución de una comunidad y a las mismas
formas de siembra y cosecha del grano.
Porque yo soy
Ranchero suriano
Y vivo en
Chilpancingo
Capital de mi
estado
En
Guerrero, se degusta el pozole blanco, el pozole de pipian y el pozole-camagua.
Por una costumbre que tiene una variedad de interpretaciones, a diferencia de
otros estados donde existen expendios que lo venden todos los días, la particularidad
del estado de Guerrero, es que esta degustación ha entrado de manera notable,
del universo prehispánico a la nueva generación de mestizos que pueblan y
habitan el estado de Guerrero.
En
la entidad suriana, el pozole es un alimento que se degusta en casamientos,
velorios, nacimientos, festejos comunitarios acompañados siempre de un sabroso
mezcal, de los que abundan en Guerrero con diverso sabor, buque, y que poseen
una distinción de sabor y olor muy rica.
No hablaré de la forma de hacerlo, ingredientes y demás “guisos” con los
que se acompaña. Obviamente el mezcal es el binomio perfecto para este alimento
riquísimo en carbohidratos por todos los ingredientes con los que
religiosamente se le acompaña.
El
pozole en Guerrero, es fuente de encuentros y desencuentros. Lugar de la cita
para arreglar asuntos pendientes. Encontrar compañera efímera o para siempre.
El jueves pozolero en Guerrero, es un día cuasi religioso. Y pretexto para
comer con los amigos o amigas, entrarle duro al mezcal y esperar la llegada de
la noche y su manto sensual y de reciprocidades carnales. Antecedente del motel
o la casa, seguirle con el compadre y entre bromas hacer valer el refrán que a
la letra dice: “no es buen compadre, aquel que no le trepa a su comadre”.
También sirve de fondo a negocios cubiertos o encubiertos.
¿Cuántas
deudas de amor o desamor, políticas y amistosas no se arreglan el jueves de
pozole en Guerrero?
Y cuadro el sol
se pone
Regreso a mi
jacal
pensando en mi
morena
Que me hace
suspirar
Las
pozolerías son el antro sagrado, el atanor donde los sentidos se alteran y la
sensibilidad se magnifica. También las bajas pasiones y el asesinato no escapan
a este día destinado a entrar en un éxtasis de embriaguez de los labios y la
lengua
Es
digno de nombrar los condimentos y “guisos que lo acompañan: En Guerrero se
degusta acompañado de una primera entrada consistente en un buen mezcal,
taquitos, chilapeñas con carne de cerdo o pollo, chiles rellenos de queso y
crema con cebolla finamente picada llamados en Guerrero, “Chiles capones”. Un
entre plato a base de ensalada de zanahoria acompañada de chile, cebolla morada
y jugo de limón. Después vienen las
quesadillas de requesón y carnitas estilo guerrerense. Hace el comensal de
tripas corazón y bofe y en la cuarta entrada viene el chicharrón con tostadas
de maíz, aguacate, y una vez bebido otra cazuela de mezcal, llega la cazuela de
pozole, verde o blanco. En el caso del blanco, el comensales le pueden agregar
otros ingredientes que fijan el sabor; los elige de una serie de cazuelitas
donde desatan sus pasiones y se le agrega a la humante recipiente repleto de
pozole, cebolla morada, orégano, jugo de limón o lima agria, en algunos casos
chile vede rebanado o chile piquín molido o de ambos guisantes. Se acompaña con
tostaditas de maíz o tacos ahogados. Y de nueva cuenta un mezcal abocado
“amargo”, blanco o reposado. De pechuga o bronco, actualmente se han disparado
una serie de variedades con frutas que le restan poder al mezcal y para
paladares menos acostumbrados a beber esta “agua quemada” mexicana, prefieren
la dulcificación de sus sabores. Hay de maracuyá, Jamaica, ciruela pasa, y el
que nunca debe de faltar en esta ceremonia orgiástica es el abocado de
“damiana”, supuesto afrodisiaco natural.
Me sirve mi
pozole
Me arrima mi
mezcal
Se sienta a mi
lado
Las
pozolerías más famosas y antiguas son las de Doña Docha y Doña Jose. Tiempo
después se escuchaba decir entre los chilpancingueños a las once de la mañana
del jueves:
“dónde
vas a ir, mano, con doña Docha o doña Jose, o ca’ Carmelita. Y después, mano?
Ca’ Mónica y si tengo fuerzas acabalo ca’ Aristeo…”
Un
detalle es que previo al jueves, desde la noche del miércoles se puede saborear
este manjar para los que no podrán el jueves. Y la noche del sábado, la mañana
del domingo, se acostumbra comer pozole camagua hecho a base de elote y frijol.
En
Guerrero esta es una tradición mal aprovechada turísticamente. No se exporta
fuera de Guerrero. Los guerrerenses se ven a sí mismos en comida, música y tradiciones.
Y
esta comida es razón de ser de muchas fiestas y rituales donde ni el mezcal ni
el pozole hacen falta en las miles de celebraciones que se llevan a cabo en las
siete regiones de Guerrero.
Porque yo soy
Ranchero suriano
Y vivo en
Chilpancingo
Capital de mi
estado…
(1)
Sabor que somos, Consejo
Nacional para la Cultura y las Artes, de Elba Castro, Juan Carlos Núñez y
Sergio René de Dios Corona,
(2)
* Ranchero
suriano: letra
y música: Isaías Alanís
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