Zapata 21
·Octavio
Augusto Navarrete Gorjón
I
El
gobierno federal citó a los gobernadores de los seis estados limítrofes con
Michoacán para intercambiar información, evaluar las posibles repercusiones de
la crisis michoacana y tomar medidas que eviten lo que un poco en broma ha
denominado ‘el efecto cucaracha’.
Consiste dicho ‘efecto’ en la posible entrada a las entidades vecinas de
miembros del crimen organizado que vendrían huyendo de su combate en Michoacán.
El apresuramiento con el que se tomó la
medida es indicador de la ambigüedad y la falta de oficio que se tiene respecto
al combate al crimen organizado. Los
altos mandos del gobierno no tienen idea de cómo enfrentar eficazmente la amenaza
templaria; promueven iniciativas y movilizaciones que no están integralmente
diseñadas y que los hacen caer en el ridículo frente a la sociedad. Para empezar, una reunión con las autoridades
vecinas a Michoacán no tenía por qué saberla el púbico; a menos, claro, de que
después de su realización se anunciara un plan integral y medidas enérgicas
para contener la amenaza armada. No es
el caso y en consecuencia la mencionada reunión sólo evidencia la falta de
iniciativa en el campo gubernamental.
II
Prevenir el efecto cucaracha implica toda
una concepción detrás de esa frase de mal gusto y discriminatoria (perdón por
Gregorio Samsa y las cucarachas). El
gobierno quiere decirnos que los Templarios es una banda injertada en el tejido
social michoacano; es decir, es algo ajeno a los procesos sociales, económicos
y políticos ocurridos en aquel estado.
Nada más falso, los Templarios son una derivación de La Familia Michoacana,
el segundo cartel político que hubo en México (el primero fue el de algunos
políticos de todos los partidos).
Esa
organización era de nuevo tipo, buscó siempre un acercamiento con la población
para ayudar a ejercer una justicia primitiva que buscaba desaparecidos,
resarcía sus errores y apoyaba a las víctimas de cualquier bando. Su rápido crecimiento (no sólo en Michoacán,
es justo aclararlo) se debió precisamente a que privilegió sus métodos de
consenso más que el ejercicio de la violencia; por eso en la costa grande de
Guerrero muchos delincuentes de otras organizaciones se pasaron con todo y
armas a la nueva agrupación. En
Zihuatanejo, para poner el ejemplo más a modo, se realizó una reunión entre
miembros del crimen organizado para intentar detener a La Familia; después de
deliberar algunas horas, los que aparecían como miembros de los Z tomaron la
palabra y dijeron que ellos pertenecían desde hacía algún tiempo a La
Familia. Acto seguido, los demás
asistentes a la reunión también se identificaron en el mismo sentido y sólo
quedaron dos miembros de los viejos cárteles, que al otro día salieron del
puerto sin disputar la plaza.
Ese mismo método siguieron otras poblaciones
de Guerrero, al grado que amplios territorios de la costa grande y la tierra
caliente son ahora reductos de este grupo.
En las poblaciones pequeñas se han identificado con las autoridades
comunitarias (comisariados ejidales) y municipales (delegados y comisarios);
les han dicho que no ejercerán violencia contra la gente que ‘trabaja bien’, ni
presionarán a las comunidades para que los apoyen en sus actividades.
III
Como puede advertirse, un grupo que conspira
a cielo abierto y que se identifica con las comunidades donde opera no está
‘injertado’ en la sociedad, sino que forma parte de la misma comunidad en donde
se mueve. Eso tiene una implicación
profunda a la hora del combate, esos agrupamientos se mimetizan, dejan las
armas y se integran al grupo social del que forman parte. Por lo tanto, no huyen ni combaten, sólo
regresan a lo que son sus actividades normales.
En estos casos no puede haber efecto
cucaracha, porque además, fuera de su entorno, esta gente no tiene dónde
ir. Sí existen desplazados por esta
clase de conflictos, se trata de familias que no quieren vivir en la zozobra y
que por formación religiosa o ética creen que lo mejor es alejarse de un lugar donde pueden
ser víctimas de la violencia. No serían
cucarachas entonces, sino abejas tristes por el excesivo humo de la
violencia.
El gobierno comete el mismo error que
cometió hace cuarenta años en su lucha contra la guerrilla. En aquellos tiempos los grupos irregulares
eran concebidos por el gobierno como
‘implantes’ de células de organizaciones nacionales y aún internacionales; eran,
según las locas ideas oficiales de aquellos tiempos, ‘comunistas de otras
naciones’. Poco faltó para que dijeran
que eran extraterrestres. En la bárbara
represión con la que se les combatió, el gobierno descubrió que esos grupos
tenían mucho arraigo social; por eso,
para perseguir a unos cuantos, los represores arrasaron con pueblos enteros.
IV
Las autodefensas pueden haber sido un
invento del general colombiano Oscar Naranjo; con ese método se militarizó
Colombia y pudo contenerse a la guerrilla.
Pero México no es Colombia y aquí el problema está adquiriendo matices
verdaderamente graves. Un pequeño
ejército particular se moviliza de pueblo en pueblo demostrando capacidad de
fuego y desmantelando a su paso el poder del grupo templario; en el camino
denuncian la indolencia y complicidad de policías y militares que supuestamente
se encargarían de combatir a la delincuencia.
En Colombia las autodefensas actuaron como grupos de contención que
(según manuales del ejército) pudieran detener un ataque de la guerrilla por
algunas horas mientras llegaba el ejército regular. Aquí no actuaron como contención sino como
fuerza punitiva que hostiga, persigue y destruye al enemigo. Una pequeña diferencia de la cual el
presidente Enrique Peña debe haberse dado cuenta; en su primera declaración en
el Foro Económico de Davos afirmó que al crimen organizado se le combate
restituyendo el tejido social y con programas de desarrollo. Esa afirmación debe entenderse como el
licenciamiento de las autodefensas y el regreso al territorio del Estado del
monopolio de la violencia legítima y el combate al crimen organizado. También debe entenderse como el despido del
general Naranjo, que viola la Constitución al asesorar al gobierno en un tema
que sólo concierne a los mexicanos.
V
El incendio de dos tiendas de autoservicio
en el Estado de México y en Hidalgo no tenía por qué llegar a tratarse con la relevancia
que el secretario de gobernación le quiso dar.
Obra tal vez de una pandilla de borrachos o de muchachos pendencieros,
ha servido para evidenciar los reflejos gubernamentales (tan ágiles en tiempo
como inadecuados en las formas). No
habrá efecto cucaracha y la gente que se aleje de Michoacán lo hará por
precaución o en busca de mejores derroteros, no huyendo en estampida hacia los
estados vecinos.
Es tiempo de cambiar la estrategia de combate al crimen organizado,
se debe terminar con la impunidad y comenzar por romper todo vínculo entre las
pandillas y los políticos activos que con ellos se han aliado. Sólo de esa manera la gente recobrará la
confianza en las instituciones y en los cuerpos de seguridad encargados de vigilar y mantener la paz
pública.
CORREO
CHUAN
Mientras todo eso ocurre a nivel nacional, en
Acapulco fue forzada a aterrizar una avioneta que al parecer venía de
Centroamérica. Para su mala suerte cayó
en los Bienes Comunales de Cacahuatepec, generando sospechas en el sentido que,
como el caballo de Troya, se trataba de una avanzadilla para intimidar a los
comuneros que se oponen a la construcción de la presa La Parota. La sospecha es entendible pero no se
sostiene, ningún piloto iba a ser tan imbécil para prestarse a un montaje que
llevaría al aparato a aterrizar en una zona donde no hay pista y sí mucho
monte; es decir, nadie se prestaría para una pantomima donde su vida correría
peligro.
Al lugar del aterrizaje forzoso llegó el
ejército y varios cientos de comuneros los rodearon gritando consignas en
contra de La Parota y denunciando una presunta provocación. No hay tal, pero otra vez podemos ver la
predisposición de los pobladores contra cualquier acto que consideren hostil a
sus intereses. Es lamentable que la honrosa
participación de las fuerzas armadas en la reciente tragedia guerrerense pese
menos que las manipulaciones e intentonas a favor de una obra necesaria y
urgente pero cuya implementación se ha contaminado por mucho manoseo político.
También en Acapulco, en un acto del más alto
valor académico, se presentó ayer el libro ‘Otras voces y otros ecos del 68”,
que son reflexiones desde varios puntos de vista del movimiento
estudiantil-popular de 1968, compilado y promovida su publicación por Salvador
Martínez Della Roca, mejor conocido como el Pino. El evento fue aprovechado por el rector
Javier Saldaña para desmarcarse de su cercanía con Manuel Añorve Baños; dijo
allí el máximo líder de la UAG que una cosa es tomarse una foto con alguien y
otra es pensar igual.
A nadie debería preocupar el activismo del
doctor Saldaña. De hecho tiene una
ventaja de origen sobre cualquier contrincante: compite desde la pluralidad y
con una visión política incluyente. El
reto para él y sus apoyadores será poder llevar la lucha política a los
terrenos de la academia y la cultura; si logra dar el salto cualitativo e
instalar en el debate los temas pertinentes, lo demás será pan comido. En la política, como en la guerra, gana el
que tiene posibilidades de establecer el terreno de la batalla. Entre los que disputan las candidaturas,
nadie tiene una plataforma tan amplia territorial, política y culturalmente,
que la que representa el rector. Está
arriesgando mucho, pero vale la pena.
El correo chuan dice que el general Oscar
Naranjo debe hacer maletas y regresar a Colombia. La situación nacional no admite experimentos
que pueden tener derivaciones indeseables; el pueblo mexicano es experto en
hacer revoluciones, quien lo arme y movilice en favor incluso de causas nobles ignora
la famosa frase de Porfirio Díaz cuando por todo el territorio nacional
aparecían ‘bandas milenarias’ reclamando justicia y elecciones libres: “ya
soltaron la caballada, vamos a ver quién la encierra”. Dice también que se quebranta la moral de
nuestro ejército cuando es utilizado excesivamente en tareas de
gendarmería. Rómpase el vínculo entre
políticos y delincuentes y al correrse el espeso velo de la impunidad se verá
lo fácil que es terminar con las bandas y las sangrientas secuelas que sus actividades
ilícitas han dejado en la sociedad. Afirma
también el chuan que el rector Saldaña tiene posibilidades; por la arena donde aprendió a hacer una política
distinta al trafique que impera entre los políticos guerrerenses y porque sus
prendas personales vienen de un futuro distinto al presente que tenemos. Zapata 21 es una dirección de bellos
recuerdos.
E-mail:
correochuan@hotmail.com
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