TRASFONDO
Por Julio Zenón Flores Salgado
Hay quienes dicen que la salida o permanencia en el gobierno
de Ángel Aguirre Rivero, no resolvería el problema que vive hoy el estado de
Guerrero, ante la desaparición de 43 jóvenes estudiantes de Ayotzinapa y por
eso plantean que lo mejor para estabilidad de la entidad es que el mandatario
se quede y esperar a que vengan las elecciones y se nombre nuevo gobernador.
En cierta forma tienen razón, sólo en cierta forma, porque
si bien eso no garantiza que se encuentre a los desaparecidos si distensaría el
ambiente político de crispación que se vive en la actualidad, además, se
percibe que la búsqueda sería más transparente, pues se supone que si estando
Aguirre ellos aparecieran muertos, cimbrarían de manera definitoria su gobierno
y por ende, para él es mejor no encontrarlos, esa suposición introduce la
crueldad de la duda en la intensidad de la búsqueda, mientras Aguirre siga en
el gobierno.
En estos días, la decisión por mayoría dividida del consejo
nacional del PRD para respaldar al gobernador de Guerrero y la inmediata
reacción de los perredistas locales que corrieron a mostrar unidad ante los
medios de comunicación junto a su gobernador, le ha dado respiración artificial
al mandatario guerrerense.
Con esa señal y con el envío de contingentes de policías
federales a 13 municipios de Guerrero a hacerse cargo de la seguridad; a lo
cual hay que sumar la negativa abierta del PRI a la desaparición de poderes,
uno pensaría que ya se ha pactado la permanencia de Ángel Aguirre, así como el
respaldo federal contra la inseguridad.
El asunto de Ayotzinapa pasa a ser, para esa clase política
que se ha puesto de acuerdo para que no se hagan demasiadas olas que les
lleguen a salpicar a todos, un asunto de operación política. Ya este lunes el
procurador general de la República Jesús Murillo Karam y el secretario de Gobernación,
Miguel Osorio Chong, se reunieron con los familiares, muy probablemente para
ver la mecánica de la desactivación de la protesta. Dinero de por medio.
Lo que no se sabe es si Aguirre pactó con todas las fuerzas
su permanencia en el poder y si él seguirá con todas sus facultades y, si lo
dejarán solo ante las protestas de sectores reacios al acuerdo o si le ayudarán
a “pacificar” al estado. O si los próximos meses podrían ser un calvario para
los guerrerenses y para el propio Aguirre.
Lo único que queda claro, es que la clase política mexicana,
podrida hasta el tuétano, no quiso ir al fondo del asunto que llevó al
asesinato y desaparición de estudiantes en Iguala y que eso apunta a un
carpetazo con algunos detenidos.
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