Cada año, en el mes de mayo, el rugido de miles de motocicletas marca el inicio de uno de los eventos más peculiares y polémicos del calendario turístico de Acapulco: el **Acamoto**. Lo que comenzó como una reunión informal de motociclistas ha evolucionado en un fenómeno social y económico que, si se encauza con inteligencia y visión estratégica, **puede convertirse en una herramienta valiosa para la reactivación turística del puerto**.
Desde una perspectiva profesional, el Acamoto representa una **inyección económica significativa en temporada baja**. Mientras muchos destinos de playa enfrentan caídas en la ocupación hotelera tras el periodo vacacional de Semana Santa, Acapulco logra, gracias a este evento, **alcanzar niveles de ocupación de hasta el 90%**, con beneficios tangibles para hoteleros, restauranteros, comerciantes y prestadores de servicios diversos, desde mecánicos hasta vendedores ambulantes.
El perfil de los asistentes al Acamoto es diverso, pero en su mayoría se trata de **turistas nacionales con capacidad de gasto medio-alto**, que valoran la libertad, la velocidad y el espíritu de comunidad. Este nicho, a menudo subestimado, tiene un enorme potencial de fidelización si se le ofrece una experiencia organizada, segura y atractiva.
Sin embargo, el Acamoto también plantea **retos de gobernabilidad, movilidad y percepción pública**. La falta de un comité organizador formal, la ausencia de rutas definidas y el desorden en el espacio público generan tensiones con sectores de la población local. La imagen del evento, asociada en ocasiones con excesos, debe ser trabajada con una estrategia de comunicación clara que lo posicione como un **festival de cultura biker**, con actividades programadas, conciertos, exhibiciones y medidas de convivencia responsables.
Por ello, **el gobierno municipal y estatal, en coordinación con la iniciativa privada, debe profesionalizar el Acamoto**. Esto implica establecer reglas claras, definir zonas de concentración, articular paquetes turísticos, garantizar condiciones de seguridad, y sobre todo, incorporar al evento dentro del portafolio de productos turísticos oficiales del puerto.
Acapulco necesita, ahora más que nunca, **eventos que sumen, que convoquen y que activen su economía sin comprometer la convivencia social**. El Acamoto puede ser uno de ellos, si se deja de ver como un caos tolerado y se convierte en una **experiencia mototurística con valor agregado, identidad propia y proyección nacional**.
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Editado por JULIO ZENÓN FLORES SALGADO.- Comunicólogo, especializado en periodismo político
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