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Abelina, la auditoría, la denuncia en la FGE y el tufo político

Trasfondo/ Por Julio Zenon Flores

La exigencia de la Auditoría Superior del Estado (ASE) para que la alcaldesa de Acapulco, Abelina López Rodríguez, compruebe el destino de 898 millones de pesos del Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social Municipal (FAISM) no es una simple diligencia administrativa. Es el síntoma de un conflicto de mayor calado, donde la disputa por la rendición de cuentas se mezcla con las tensiones internas de Morena rumbo a la gubernatura de Guerrero en 2027.

Abelina argumenta que esos recursos ya fueron auditados por la Auditoría Superior de la Federación (ASF), y que la ASE está excediendo funciones. Pero el Congreso local no comparte esa postura. El diputado Joaquín Badillo, presidente de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública, ha sido claro: la presidenta municipal se ha negado a comparecer para explicar cómo se gastaron esos millones. Ahora el tema ha escalado a la Fiscalía General del Estado. Si ahí se encuentran elementos, podría activarse un proceso de desafuero.

Y es entonces cuando la batalla adquiere tintes más políticos que jurídicos. Porque Abelina López no es una figura aislada dentro de Morena. Desde su primera postulación —bloqueada internamente y salvada en última instancia por el apoyo de Marcelo Ebrard— ha sabido construir una base. Hoy mantiene una alianza sólida con el presidente estatal del partido, Jacinto González. De hecho, cuando un grupo de consejeros estatales intentó destituirlo recientemente, los afines a Abelina cerraron filas con él.

Esa alianza será clave si el Congreso local entra en la ruta del desafuero. ¿Se alcanzará la mayoría? ¿O, como ocurrió con el intento de desafuero de López Obrador en 2005, el golpe fallido se convertirá en catapulta política para quien iba a ser sacrificado?

Pero mientras Morena se enreda en sus propias contradicciones, hay un actor que observa en silencio y suma puntos: Manuel Añorve Baños. El senador priista ha experimentado un crecimiento notable en las encuestas, incluso en las que mandó a levantar Morena. En dos estudios recientes —uno de Rubrum y otro de Demotecnia Digital— aparece con entre 23 y 24 por ciento de intención de voto, cuando a principios de año no superaba el 8%. Al ser medido contra figuras como Félix Salgado Macedonio o la propia Abelina López, Añorve ya no es un relleno: es un contendiente real.

No sería la primera vez que Añorve aprovecha el desgaste de la izquierda. Ya lo hizo en su momento contra el PRD, cuando el PRI estaba en ruinas. Tiene oficio, memoria y sabe moverse cuando sus adversarios están más ocupados peleando entre sí que construyendo unidad.

Lo que está en juego no son solo los 898 millones de pesos. Es el control político de Acapulco, la correlación de fuerzas dentro de Morena y la sucesión de 2027. Si el desafuero de Abelina no prospera, podría convertirse en su plataforma. Si avanza, será el primer gran parteaguas de una lucha intestina que apenas comienza. Y mientras tanto, Añorve observa, mide, calcula… y sube.

En Guerrero, como en la política nacional, el que se distrae, pierde. Y el que divide, abre la puerta para que alguien más entre.

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