Julio
Zenón Flores Salgado*
Los
usual es que los adversarios políticos sean quienes nos hagan anticampaña, pero
en Acapulco estamos asistiendo al absurdo de que los propios aspirantes sean
quienes se encarguen de hacerse antipáticos hacia sus potenciales electores.
Así
se aprecia la polución existente en las calles del puerto en materia de imagen.
Camiones, camionetas y autos particulares llenos de imágenes de sujetos
conocidos en algunos ámbitos y otros desconocidos, que no es otra cosa que
dinero tirado a la basura, de acuerdo con las más avanzadas teorías en materia
de comunicación.
Con
la sobresaturación existente lo que se genera es la confusión. No es posible
pensar que un ciudadano común de cualquier parte del país tenga la capacidad,
disposición y tiempo para asimilar los grandes volúmenes de información que se
difunden día a día.
Al respecto Ricardo Homs (1995) sostiene que en el ámbito político
"existe el hábito compulsivo de utilizar los medios de comunicación de
modo indiscriminado, con cualquier pretexto. Sin embargo, se pierde de vista
que el exceso de información es tan negativo como la ausencia de ella".
La sociedad contemporánea, sobreinformada, está conformada por individuos
desinformados por propia decisión. El exceso de información constituye una
agresión sicológica en contra del ciudadano, que recibe mayor información que
la que puede digerir, y ello le provoca confusión. Se siente agredido por
mensajes rivales y excluyentes que le exigen, primeramente su atención, que
tome decisiones, y al final una actitud o un acto.
Se dice que el New York Times en su edición dominical contiene más información
que la que un individuo en el siglo diecinueve recibía durante toda su vida.
Existen estudios que consignan que un habitante de las grandes urbes recibe
anualmente un promedio de 200 mil mensajes. Evidentemente, el ciudadano de hoy
debe volverse muy selectivo como receptor de información. Es evidente que hoy
existe polución en el ecosistema informativo y sobrecalentamiento.
Cuando nos referimos al ecosistema informativo, estamos describiendo, en
sentido figurado, un espacio dentro del inconsciente colectivo, donde flotan
ideas, propuestas políticas, sociales y comerciales, planteamientos, simple información,
mensajes publicitarios, etc. Todo esto le llega a través de mensajes en
carteleras espectaculares, pintados sobre paredes de grandes edificios y bardas,
en el radio, televisión, periódicos, volantes, fax, Internet y otros.
Pero los políticos en Acapulco –o aspirantes a políticos apresurados- no
parecen tener la menor idea de la comunicación política y asesorados por
vivales o seudoperiodistas que sólo buscan quien les ayude a soportar la cruda,
a cambio de dar algunas ideas a incautos, que van y por ejemplo, ponen sus
fotos de cuando eran 20 años más jóvenes, con lo cual ni siquiera servirá el
anuncio para que sus potenciales electores lo reconozcan. Por mencionar algunos
nos referiremos a María Antonieta Guzmán, con su foto de reina de la primavera
nada que ver con la realidad de su rostro real actual, o Sofío Ramírez, con su
foto de galán de los 50, a la Mauricio Garcés, que más parece la de su hijo, en
tanto que otras no sólo muestran un excesivo retoque, sino que además no
cumplen el factor de infundir confianza, es decir, nadie le dijo que deben
mirar de frente, que no deben enseñar los dientes, que su sonrisa debe ser
natural, en fin. Las peores fotos de ese tipo las vi en el DF en un cartel de
Martí Batres, que por supuesto no ganó.
Yo les recomendaría asesorarse con alguien que tenga alguna idea de la
comunicación política ya que en este sentido se presenta el llamado fenómeno de
la homeóstasis (esta palabra designa la acción biológica de conservar el
equilibrio para sobrevivir) y explica que es necesario administrar la
información, para cuidar el impacto de los mensajes.
Sosa
(1998) insiste que la conciencia del papel crucial de la comunicación entre la
clase política y la sociedad se basa en un principio básico: comunicar no sólo
es expresar o informar, sino también influir. Este principio, en el nuevo
escenario local, obliga a que las estrategias de comunicación política, tanto
de instituciones como de actores, se modifiquen, se reencaucen en busca de una
mayor efectividad y se dirijan hacia el objetivo de hacer uso más eficiente de
todos los medios de comunicación a su alcance.
Pero bueno, cada quien hace lo que quiere
con su dinero (aunque en realidad en algunos casos se trata de dinero nuestro,
público, de nuestros impuestos que se está n siendo desviados), por lo pronto ahí
les dejo esa observación.
El autor es licenciado en ciencias
de la comunicación (titulado con la tesis: El uso del marketing político en los
procesos electorales en Acapulco en el contexto actual) y maestrante en ciencia
política.
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