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A LAS DERROTAS DE CALDERÓN

MIRADA INTERIOR
DE LA CAIDA DEL HALCÓN HISPANO
Por: Isaías Alanís
 
Las derrotas de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, el presidente de los 0.50 han sido muy lamentables. La erosión del presidencialismo, hizo agua en el sexenio agónico del Hijo desobediente, agónico por la gran cantidad de muertos y porque llega a su término bajo la presión cuestionadora, no sólo de los órganos internacionales de los derechos humanos, sino de la sociedad mexicana.

En esta ruta chapucera, el ilusionismo mediático y el blindaje a la química sanguínea del presidente Felipe, pese a su afición por las armas nacionales contra viejos dinos priistas y al manejo faccioso de la ley en contra de sus enemigos, su mandato no ha resuelto, ni el empleo, promesa hecha en pleno catarro económica y pandemia nacional, como tampoco, en la bandera vengadora contra el crimen organizado, que mutó la agenda nacional ya no hacia programas sociales de gran impacto, sino a la conversión histórica de los barones de la droga en modernos Midas capaces de superar a Chucho el roto y a los artistas de moda a los que hay que imitar. La agenda de criminalística nacional se cubrió de gloria ante la batalla librada en estos años felipistas de resequedad institucional y de uso y abuso del poder.
La caída del halcón hispano, desdibujó al equipo de Calderón. Habían planeado entregar los hidrocarburos al imperio, continuar con el criminal incremento a la gasolina y de paso, el regreso de Hernán Cortés en los zapatos de Juan Camilo Mouriño que no tuvo tiempo de ponerse su armadura al desplomarse su avión sobre la Torre de PEMEX, simbolismo casuístico o precisión perversa.
 
Esta tragedia personal se lavó con homenajes de jefe de estado en el campo Marte. La guerra de Calderón ha dejado más daños colaterales que delincuentes en la cárcel. El incremento de la venta de todo tipo de sustancias prohibidas ha aumentado exponencialmente. Las adicciones son un grave problema.  Del otro lado del espejo, los muertos son cuantiosos y los deudos miles. Pese a lo que digan, los barones lo han derrotado. Como también los que le movieron el tapete en Michoacán al infringirle otro tropiezo y derrotarlo al impedir que su hermana asumiera la gubernatura del estado que lo vio nacer. Estado donde inicia de facto la persecución contra supuestos delincuentes que ocupaban presidencias municipales, curules y miembros del servicio público. El único que no aparece es el hermano prófugo del ex gobernador de Michoacán, Leonel Godoy. Con todo y los programas federales al servicio de su hermana, mejor conocida como la Cocoa, perdió y fue otra vez derrotado.
La segunda caída de un Secretario de Gobernación ocurrida en condiciones aún no esclarecidas. Significa que Felipe no las tiene bien ni con sus propios correligionarios. Y en el proceso de selección del abanderado del PAN, a la presidencia de la todavía república mexicana, Calderón, recibió otro golpe mortal. Si el halcón hispano, fue derribado o se cayó de la nube en que andaba, los planeos en tierra y el vuelo a brincos de Ernesto Cordero, lo han sepultado. Felipe es un presidente sin fuerza. No va a poder contra la cúpula del poder en México. Se lo van a comer en corunda. Su delfín quedó muy por debajo de la monástica Chepina, Bella Durmiente de la pradera. Pese ha dotarlo de una armadura presidencial y de un equipo de sus cercanos, Ernesto Cordero no levantó. Otra derrota al comandante Felipe.
 
Ahora viene lo bueno, los panistas se van a cobrar viejas ofensas de campaña. Alejandro Poire, primero del CICEN y ahora como Secretario de Gobernación, tiene los archivos de panistas, priistas y perredistas  corruptos. Soldado del presidente, no dudará en ponerle cuatros mediáticos y judiciales a los opositores a los caprichos nuevos del habitante de los Pinos, incluyendo a militares que se presten a colaborar con tal o cual candidato de los tres que con el triunfo de Vázquez Mota, tiene este país desde la noche del domingo pasado. De hecho Felipe dejó de tener todo el poder desde la misma noche fatídica. Ahora tratará de mantener lazos familiares dentro del cuerpo de Josefina, de asesores, por supuesto y de puestos y cargos de elección popular en la feria sexenal del “güeso santo”, que con Chepina, a la cabeza, y con la visita de Ratzinguer, en marzo próximo, ha obligado al salmista de los Pinos a solventar sus amenazas de acabar con la guerra utilizando la parábola del sembrador que quita la cizaña de la tierra. Dejando a  buen resguardo la manada de políticos que durante doce años han sembrado la semilla de la corrupción, los favores familiares y la repartición del granero seco de México y miembros distinguidos del cartel del Opus Dei.

Lo que viene, es fácil de  predecir. Lo que debería ser, es improbable. El triunvirato sagrado integrado por Salinas, la mónada mexica de Manuel Camacho y Marcelo Ebrard, y las tribus tecpanecas del Sol Azteca, tienen de aquí al primero de julio, tiempo para limar asperezas, doblegar al ocupante de los Pinos y convertir a este país, no en una republica amorosa con el cambio verdadero, sino a un satélite de los caprichos del imperio y de la clase de políticos, que como Calderón, van de fracaso en fracaso. Eso si, acumulando riqueza, poder y vanidad.
Al regla de tres que los ocupa, es la frivolidad, la ignorancia y el dinero. Lo demás, poco importa, incluidas en el paquete, las derrotas de Calderón. 
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