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Hace Manuel Añorve guardia de honor a Macaria, priista de Acapulco, que murió en la pobreza




Este lunes el secretario de Acción Política del CEN del PRI, Manuel Añorve Baños, efectuó una guardia de honor ante el féretro de la priista Macaria Serrano, diligente activista tricolor, conocida por su mal hablar y su irreverencia ante los funcionarios y políticos del más alto nivel. Gran amiga del ex alcalde, ex diputado federal y actual mano derecha del presidente del PRI nacional, Manlio Favio Beltrones, Añorve Baños, suspendió una rueda de prensa que daría en un restaurante de la zona Dorada de Acapulco, para trasladarse hasta el domicilio de Macaria, para darle el último adiós.


Para describir a esta peculiar lideresa, nada mejor que la crónica escrita por el periodista Roberto Ramírez, en el periódico La Jornada, de donde la tomamos para que los lectores de Trasfondo informativo, puedan apreciarla:


Fallece la activistas Macaria Serrano, la que puso el acento jocoso y picarezco en el PRI

Roberto Ramírez Bravo ( )

En una huerta de San Pedro Las Playas, llena de priístas, su voz acalló el discurso que se oía en el micrófono: “!René, eres la verga!”

René Juárez Cisneros, junto a otros priístas, entre ellos el entonces candidato a gobernador Héctor Astudillo Flores, apenas alcanzó a esbozar una sonrisa nerviosa.

Era Macaria Serrano Sotelo, la activista priísta que puso el acento jocoso, picarezco, en las actividades del PRI, y que acaba de fallecer.

A Astudillo, en un acto de campaña en el Centro Acapulco, lo atajó y a voz en cuello le dijo a los presentes que ella lo había descubierto como el más viable candidato a la gubernatura. “Yo, donde te pongo el ojo, te pongo la bala”, le dijo, y lo abrazó.

Astudillo sonrió: “No, Macaria, ninguna bala, ninguna bala”.

A Manuel Añorve solía visitarlo en el restaurante donde el priísta acostumbra tomarse el café con sus amigos: “¡Mi padre!”, le gritaba, de un extremo a otro.

Macaria, conocida sólo por su nombre de pila, era así: elogiaba a los políticos, y les mentaba la madre si no la atendían. Salía en su defensa en los programas de radio, principalmente en Contacto Ciudadano, conducido por Carlos Inoriza, para defender o para atacar. Su característica eran las mentadas de madre y el uso indiscriminado de la palabra verga y por mandar “a la chingada”.

Fue amiga de gobernadores, de diputados, de senadores, de funcionarios de alto nivel en Guerrero, pero nadie la ayudó a salir de pobre. Vivía en la colonia Jardín, en el Barrio Negro, una encrucijada marcada por la violencia desde antes de que ésta tomara carta de naturalidad en Acapulco. Dos de sus hijos fueron víctimas de la violencia y eso marcó otra faceta de su rostro: la tristeza que se esconde atrás de la chispa costeña de sus expresiones.

El primer anuncio de su muerte lo dio el ex diputado Rubén Figueroa Smutny, al publicar en su cuenta de Facebook una fotografía con ella y la leyenda: “¡Descansa en paz Macaria! Se te recordará por siempre”.

Una anécdota la pinta de cuerpo entero. Una ocasión en que el presidente Enrique Peña Nieto visitó Acapulco en un acto en el Forum Mundo Imperial, Macaria fue a verlo, pero los del Estado Mayor Presidencial le dijeron que no podía pasar. “Si no me lo voy a culiar, sólo quiero saludarlo, yo también soy priísta de hueso colorado”, los encaró. Les dijo que si no la dejaban pasar, cuando él saliera le iba a mentar la madre y le iba a decir a la gente “el chinguero de dinero” que se está robando de los mexicanos.

Los del EMP le cedieron el paso con la condición de que no dijera ni una sola grosería, pero cuando pasaba por el detector de metales, éste lanzó un pitido.

–¡Verga, esta cosa está viva!

–Señora, ¿no le dijimos que no diga majaderías? –la regañaron.

–Se me salió, pues –contestó ella y, como si nada, siguió caminando.








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